Los dioses de todas las religiones pueden bajar del cielo: Jehová, Alá, Amaterasu Numitami, Manitú, Inti, Wiracocha, Zeus, Thor, Marduk, Brahma, Ra, Odín y Osiris, entre muchos otros de diferentes creencias o religiones; y todos ellos, en una gran reunión llegarían a la conclusión de que en el planeta Tierra no se puede, ¡no!, luchar y eliminar a la famosa e invencible lacra denominada corrupción administrativa.
La afirmación no es exagerada, basta leer periódicos e informarse por otros medios de comunicación, sobre actitudes irregulares cometidas por varios presidentes de países y otros personajes en función de gobierno.
A tanto han llegado esas vergonzosas situaciones que ahora son varios los ex gobernantes que han sido sentenciados a condenas carcelarias por muchos años. La lista sigue y sigue.
Frente a esta situación, el ciudadano ajeno a estas “movidas” de dinero en billetes verdes y con imágenes de personajes de la potencia del Norte, ya no sabe qué opinar y que decisiones adoptar en su futuro.
Si solamente algunos “vivos” desarrollan su existencia apropiándose de dineros estatales y la mayoría de ciudadanos trabaja honradamente para el sustento diario de sus familias, ¿será que en esos grupos humanos y mayoritarios predominan los ilusos, ingenuos, bobos, cándidos y otros calificativos sinónimos?
NUEVAS GENERACIONES
Noticieros de radio y televisión, periódicos impresos y otros medios modernos de comunicación “bombardean” todos los días difundiendo actos de corrupción administrativa aquí y en países de todo el mundo. Frente a estos hechos ¿qué conductas asumirán las nuevas generaciones?
En el futuro, los niños y jóvenes de hoy ya verán toda esa actividad ilícita como algo normal en la actividad de trabajo que elijan; y es más, muchos estudiantes, posiblemente ya no se esmeren en superarse intelectualmente porque también vemos que muchos políticos sin capacitación profesional (y hasta semi analfabetos), ocupan cargos de gran responsabilidad por sólo su adherencia a un partido gobernante.
¿SOLUCIONES?
Cada vez que surge un nuevo gobierno nacional, departamental o provincial, los que no se dedican a la política (o politiquería), en un comienzo ven con optimismo el acontecimiento. Pero, en poco tiempo, nuevamente observan que las conductas (o inconductas) son las mismas o peores que las del pasado, con toda su gama de vicios. Y es más, los nuevos funcionarios repiten sin rubor: “ahora nos toca… (aquí una palabra feíta) a nosotros”.
Por todo lo visto y oído desde hace ya muchísimos años, lastimosamente vemos el futuro con un notorio y hasta exagerado pesimismo.
Con esos antecedentes, ¿qué podemos decir ahora?, ¿repetir los versos del poeta boliviano Oscar Vargas del Carpio: “Paciencia, paciencia tuvo Cristo y lo mataron” (?).
¿Cómo se puede luchar y vencer a la famosa corrupción administrativa en nuestro inocente, rico y hermoso país?
¿Qué soluciones sugiere usted, amable lector?
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