Los conductores desde el momento que están al mando de un motorizado deben tener una capacidad particular para controlar sus emociones, pero principalmente una gran responsabilidad, porque están a cargo de los pasajeros que transportan y peatones que circulan en las vías, para que de esta forma puedan garantizar la seguridad vial.
Para esto deben acogerse a ciertas disposiciones que son fundamentales, en la normativa vial, como el artículo 20 del Código Nacional de Tránsito, que establece las siguientes prohibiciones básicas para los vehículos en circulación: a) Está prohibido el uso de la bocina durante la noche. En el día solamente será utilizada en casos de emergencia, ya que la norma internacional y los fabricantes de vehículos la describen como un artículo preventivo y de uso en casos muy ocasionales.
La frase “no toque bocina” técnicamente está diseñada solo con una intención: alertar sonoramente a los demás conductores ante un imprevisto. Y es que la bocina es un dispositivo que al ser presionado emite un sonido. Se dice que una de las propiedades físicas de un sonido es su movimiento en ondas, que va hacia todas las direcciones, significa que afecta a cuanta persona está a su alrededor, por ello su uso no debe ser discrecional.
En nuestras ciudades muchos conductores desconocen el daño que puede ocasionar la bocina a las personas que se encuentran cerca del motorizado que emite el sonido, utilizándola en todo tipo de circunstancias, a saber: para atraer pasajeros en las principales avenidas, pretender mejorar el tráfico vehicular cuando existe congestionamiento o bloqueos, para hacer abrir garajes, para saludar a un casual amigo e incluso para admirar (piropear) a una dama, cuando su verdadero objetivo es de alerta sonora.
El uso desmedido de la bocina también se lo puede interpretar como una iracunda reacción del conductor y mostrar su verdadero carácter intolerante, reflejado en una relación directamente proporcional al número de bocinazos.
En otras situaciones, los conductores utilizan irresponsablemente la bocina para apremiar a un conocido, para que salga rápido de su casa o de la oficina y descargan su furia con este elemento, olvidando que no deben utilizarlo libremente y de forma irresponsable, contaminando acústicamente el medio ambiente.
En la actualidad las ciudades sufren por una elevada contaminación acústica, no sólo por el ruido que generan los automóviles, también por las obras en las calles, vehículos de limpieza y el bullicio habitual que generamos las personas.
Por este motivo, ocasionalmente algunas instituciones municipales y policiales (Tránsito) realizan campañas preventivas contra el ruido y se ven obligadas a regular el nivel de ruidos, para garantizar el confort y mejorar la salud de los ciudadanos.
Según investigaciones, se dice que la población desconoce los efectos del ruido en la salud. Mucha gente ignora que el potencial daño en el oído, por una fuente de ruido, no solo depende de su volumen, sino también de su duración. Esta emanación de ruido se la puede medir en decibeles y esto será un parámetro para controlar el ruido y hacer reducir estas emisiones sonoras que molestan y dañan a la población.
Las personas que corren mayor riesgo de sufrir efectos en su salud son los policías, los vendedores ambulantes, los niños, las personas discapacitadas y las mujeres embarazadas, pues están expuestos a niveles altos y permanentes de contaminación.
Es preciso recordar a los conductores, tanto del servicio público como privado, que en las zonas céntricas y de alto flujo vehicular, el nivel de decibeles (medida de los sonidos) alcanza entre 90 a 100, cuando lo normal es entre 50 a 60 y los bocinazos son causas principales para provocar estrés, dolores de estómago, dolores de oído, presión alta y problemas cardíacos.
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