No se entiende que el no aplicar políticas austeras en los gastos es totalmente contraproducente y, además, causante de déficits fiscales y endeudamientos sin medida. Son realidades que el gobierno ignora -o no le interesa observar-, que perjudican seriamente al país y, contrariamente a lo que creen las autoridades económicas del régimen, restan confianza y credibilidad al gobierno y al Estado.
Atenerse a que “todo se puede o debe cargarse a la cuenta de los déficits” es un grave error, es aportar conscientemente a provocar crisis, inflación y crecimiento del endeudamiento del país. Es una realidad que el país padece de un endeudamiento muy fuerte y, aunque hay cierta permisividad para “llegar a un techo” en cuanto a lo que el país podría endeudarse, un sentido de prudencia y previsión obliga a evitar mayores endeudamientos y, mucho más, no cargar a las “cuentas en rojo” lo que se gasta más de lo debido.
Creemos todos que el país necesita inversiones nacionales y, sobre todo, internacionales; en otras palabras, precisamos inspirar confianza para que los capitales financieros, humanos y tecnológicos puedan tener buena acogida y trabajo garantizado en el país. No crear las condiciones precisas para las inversiones es un grave despropósito que anula toda planificación e intención de producir desarrollo y crecimiento de la economía.
Comparativamente con países vecinos que han alcanzado buenos índices de desarrollo debido a las inversiones extranjeras y a haber reducido sustancialmente sus déficits, llegamos a la conclusión de que el gobierno nuestro se ha mantenido en situación de “status quo”, dejando para “las calendas griegas” que nuestros problemas económicos se solucionen automáticamente o por “gravitación”, algo que es imposible. La verdad es que si no se observa reglas claras para no alcanzar altos déficits fiscales, es muy difícil poner orden en la economía.
Es importante que las autoridades de gobierno se pongan en situación de quienes poseen capital dispuesto a las inversiones, pero que para ello encuentran trabas difíciles de vencer: carencia de garantías, falta de políticas austeras y prudentes en el gasto público, no cumplimiento de las partes de inversión que le corresponden al país; además, en qué situación están los empresarios nacionales y si cuentan con las garantías necesarias -políticas y sociales- para un desenvolvimiento seguro y responsable, acorde con la situación y necesidades de la nación. Cuando esos propietarios de capital comprueben que en el país rigen las condiciones precisas para las inversiones, casi con seguridad se puede afirmar que su disposición, para crear industrias y empresas de servicio con la inversión de capitales y tecnología, estará asegurada.
El gobierno tiene que crear las condiciones para salir de la crisis y, sobre todo, empezar por evitar el crecimiento de los déficits que hasta ahora nos han causado mucho perjuicio.
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