Una atmósfera de incertidumbre, de angustia y frustración se advierte en el seno de aquellos países, vecinos de una u otra manera, donde rigen las dictaduras, lideradas por políticos civiles de tendencia afín al populismo. Hambre, persecución, represión, encarcelamiento y asesinato impune son “el pan de todos los días”. Hechos que fueron condenados enérgicamente por organismos de orden internacional.
Esta realidad, considerada no sólo como signo de regresión sino también como un vergonzoso y censurable agravio a la memoria de todos quienes contribuyeron, con esfuerzo y sacrificio, al restablecimiento de la democracia, en la búsqueda de un mundo mejor, pretende afianzarse, en el tiempo y espacio, pese a las objeciones provenientes desde todo el orbe. En vista de ello se prioriza la democracia con libertad, con pluralismo político e inclusión social.
“El desarrollo social significa la plena incorporación del pueblo a las responsabilidades, a la decisión y al goce de los beneficios. Esta participación en América latina crea evidentes riesgos, pero los riesgos no serán superados si no se tiene una plena confianza en la libertad como la más alta, como la específica condición del hombre ¿No creyeron acaso los contemporáneos de Lincoln que el gran Presidente corría un riesgo innecesario al dar libertad a los esclavos? Esto es para nosotros la democracia”, dijo, ante la Conferencia Extraordinaria de la OEA, en noviembre de 1965, el chileno Gabriel Valdés S. (1).
Intereses creados buscan reeditar experiencias dictatoriales ya superadas, en el pasado mediato e inmediato, y que no condicen hoy con el pensamiento político de las presentes generaciones y mucho menos de las nuevas, que emergen de manera incontenible.
A lo referido se suma la actitud obsesiva de algunos que intentan perpetuarse en el Poder haciendo malabarismos. Ellos creen que son los predestinados para sacar a flote o provocar la ruina de determinado país. Pero la historia será implacable en el momento de enjuiciar cada uno de sus actos.
“Bolívar, el dictador benemérito, no quiso ser tirano caudillista; y sabía lo que había de ser el caudillismo del futuro. Lo presintió. Afirmó que América caería en manos de la multitud desenfrenada, para pasar después a tiranuelos casi imperceptibles de todos los colores y razas” (2).
El imperativo de la hora es preservar, cerrando filas y sustentando un solo discurso, la democracia y la libertad, amenazadas actualmente por fuerzas del retroceso, en América latina. Resabios de un pasado ominoso que se han propuesto lastimar la dignidad de las personas con métodos opresivos. Ahora no se trata de dictaduras militares sino de civiles en supuestas democracias.
En suma: fortalecer la democracia y resguardar la libertad, en la región, es la consigna del momento. Y que nadie responda con indiferencia a este histórico clamor.
(1).- Gabriel Valdés S.: “Conciencia latinoamericana y realidad internacional”. Editorial del Pacífico, S.A., Santiago de Chile, junio de 1970. Pág. 94.
(2).- Manuel Urrutia Lleo: “Los cuartelazos, la democracia y el leninismo”. Cuadernos, París - Francia, agosto de 1964, No. 87, pág. 17.
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