Ernesto Millán Bernal
Hace poco la prensa anunciaba la intención del Gobierno para incentivar las inversiones privadas en el país. Por fin llegó a la conclusión de que sólo la unión de esfuerzos, públicos y privados, dará como resultado un crecimiento sostenido de la economía nacional.
En el entendido de que habrá acciones por parte de nuestro país, cuando la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, dicte sentencia por nuestra demanda y sean obtenidas las metas propuestas por el Gobierno, cualquiera sea la opción puesta en la mesa. Una de las operaciones que debe realizar el Gobierno actual, y los que vienen, es potenciar y desarrollar el puerto. Y para esto debemos tomar como ejemplo el modelo de la India, que organizó un sistema aéreo-comercial para trasladar toda su producción hacia su mayor puerto, para embarcarla con dirección allende los mares. Y los resultados son altamente beneficiosos, ya que es producción hindú variadísima, de calidad y precios competitivos.
Parece un contrasentido lo dicho, pero ahora un inversionista privado apuesta por el desarrollo aerocomercial boliviano, queriendo que vuelva el Lloyd Aéreo Boliviano y no sólo aquello, sino trayendo equipos de última generación. Se trata de 40 aviones Boing 774 y 3 Airbus-A380, que son los más grandes en el mercado mundial, destinados a largas distancias, como viajes intercontinentales. Dicho parque está en espera, como sus tripulaciones, las cuales están haciendo erogar sus emolumentos respectivos, sin poder acumular horas de vuelo. Los aviones también están parados, bajo control técnico para evitar su deterioro.
Las condiciones están abiertas para recibir tal emprendimiento por parte de usuarios nacionales y extranjeros, con resultados que enorgullecerán a los bolivianos en cualquier parte del mundo. Las operaciones no serán reducidas al transporte de pasajeros, sino en el futuro serán ampliadas al transporte de carga, en concordancia con lo establecido líneas arriba. Es, pues, importante considerar la apuesta de este inversionista de origen árabe, ya que esta clase de emprendimientos necesita grandes capitales. Y es firme la decisión del inversionista de apostar por el desarrollo de esta industria en Bolivia, para hacer de esta empresa un referente en el mundo.
Las comparaciones que se hiciera en un principio, con las condiciones con las que despegó la empresa LaMia, son más que infundadas. Pues las condiciones en las que va a despegar el LAB no se las puede demostrar en el momento, ya que se tendría que traer todo el parque aéreo mencionado, que está a la espera de la orden respectiva para empezar a trabajar. Pero para ello debe haber no sólo el permiso respectivo, sino seguridad jurídica, ya que es una inversión millonaria que puede ser malograda con una “nacionalización” posterior, u obstaculización de operaciones, con la puesta en escena, por ejemplo, de adeudos por parte de la empresa, de la gestión anterior, los mismos que deberán ser conciliados con las autoridades respectivas, una vez establecida la voluntad de los nuevos ejecutivos para resolver esta cuestión.
No debemos desechar esta oportunidad para que el país tenga un mejor desarrollo tecnológico con la traída de aviones de última generación, y que están a la espera para entrar en actividad, cuando otros gobiernos están ofreciendo atractivas ventajas de negocios para un crecimiento sostenido, otorgando incentivos tributarios y garantizando seguridad jurídica, como lo expresa la prensa del día.
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