La deuda en gas

Llega junio y se comienza a contar los últimos dieciocho meses del contrato de venta de gas a Brasil, que es el momento en que Bolivia debe entregar el volumen del gas por el que el país vecino pagó por anticipado.

El pago fue exigido por el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada porque así lo mandaba el contrato. Y es que Brasil no podía recibir todo el volumen acordado porque no contaba con los ductos internos.

Sobre este detalle hay más de una interpretación. El ingeniero Carlos Delius dice que el volumen del gas pagado in advance debe ser entregado en estos últimos dieciocho meses del contrato.

El gobierno no ha querido hablar claramente sobre el tema, aunque alguno de sus voceros ha sugerido que esos “detalles” han sido ajustados porque los volúmenes eran inferiores a los actuales. Ni una palabra más.

Un silencio parecido al que el gobierno aplicó para los pagos hechos a Argentina por concepto de “deliver or pay” y las multas de 15% por los volúmenes faltantes durante los últimos años.

Todas las informaciones sobre YPFB se convirtieron en secreto desde que el MAS llegó al gobierno. Un boletín mensual que emitía la empresa fue interrumpido de inmediato. El afán de ocultar las cosas que se dio incluso antes de que comenzaran a producirse los resultados de las políticas desastrosas, o quizá previendo que llegara ese momento.

¿Previsión o certeza? ¿Ya en 2006 sabían los masistas que sus políticas iban a producir estos resultados lamentables, en que la producción de gas se derrumba, las multimillonarias plantas no funcionan, las importaciones de líquidos aumentan cada mes, y la planta burocrática se hace tan pesada que se debe financiar con préstamos?

Mauricio Medinaceli, uno de los mejores expertos en la materia, divulgó en abril unas cifras sobre producción de gas en Bolivia, obtenidas, lo dijo en su blog, de países vecinos. Sí, la información sobre Bolivia hay que buscarla en el exterior.

Lo que preocupa es que el hermetismo se mantiene, y deja abierta la aterradora posibilidad de que el gobierno tenga pensado o decidido seguir cometiendo “errores” que provoquen resultados incluso peores que los actuales. En este caso se da, dramáticamente, aquello de que quien calla otorga.

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