Clepsidra
Fue en la década de los años 50, cuando una película cinematográfica francesa de nombre Rififi concitó el asombro del mundo al proyectar el golpe a una joyería parisina, dotada de una seguridad aparentemente impenetrable, con base en un plan minuciosamente estudiado por los asaltantes, cuyo objetivo era ningún error cometer a tiempo de alzarse con el valioso botín.
Dicho filme, al margen de constituirse en un clásico de las películas de su género negro, por las épocas en que fue rodado, recuerda el riesgo que se corría al robar los bancos desde afuera, con escalamiento, fractura y el peligro de dejar la vida en el intento, muy distinto a lo que está ocurriendo en nuestro país, donde se ha impuesto la costumbre de atracar esas entidades bancarias por dentro, con premeditación, alevosía y a mampuesta, especialmente si éstas son estatales, pues en las privadas existe la malísima costumbre de hacer arqueos cotidianos.
Es el caso del nuevo desfalco conocido en la pasada semana, en la sucursal del Banco Unión de la localidad del Desaguadero, donde entre el cajero, el tesorero y el jefe de operaciones se alzaron con la nada despreciable suma de 1.660.000 de Bs., con las mismas características que las utilizadas por el “superhéroe” Franz Pari, en la agencia de la misma institución bancaria en el pueblo de Batallas.
Sobre este nuevo pillaje, lamentamos no coincidir con las afirmaciones del señor vicepresidente del Estado, cuando asegura que tales desfalcos son: “una actividad normal que se da en todos los bancos, sólo que no lo dicen públicamente, sólo se preocupan del Banco Unión porque es del Estado y, claro, una manera de hacer política es molestar al Estado, pero los desfalcos se dan en toda la banca, privados incluidos, es normal que se dé”, remarcó.
Las anteriores afirmaciones vicepresidenciales dan pábulo a inferir que existe una seria inseguridad en todo el sistema bancario, lo cual no creemos que sea muy cierto, pues de ser así, estaríamos al borde de una peligrosa corrida bancaria con funestas consecuencias.
Lo cierto es que la desprolijidad con la que se maneja las sucursales del Banco Unión es cada vez más evidente y ello sí puede acarrear, a muy corto plazo, la quiebra de esa institución, donde el factor doctrinario político nada tiene que ver, y menos aquel atribuible al capitalismo. De empecinarse en dicha aserción sólo se estaría coincidiendo con esos célebres pensamientos que dicen: “Ningún sistema socialista puede ser establecido sin una policía política” ya que: “El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de la miseria”.
Como corolario de esta triste historia de rapiña, se establece con absoluta certeza que tanto Edson Fidel Benjin Gonzales, extesorero de la agencia cruceña Cuéllar, al igual que Franz Pari o Julio Cesar Ribera son la muestra de los delincuentes que trataron infructuosa y burdamente de rememorar el golpe de Rififi.
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