La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), con el abandono de seis países -Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay- no tendría razón alguna para concluir la infraestructura levantada con un costo millonario, Bs. 504 millones = $us 72,4 millones, en el municipio de San Benito, Cochabamba y que tiene una extensión de 460 hectáreas. Esta obra, impulsada por el expresidente Hugo Chávez de Venezuela el año 2008; fue con el financiamiento del Tesoro General de la Nación.
La infraestructura tiene un “avance físico del 90% y consta de tres componentes: un edificio de plenarias, un centro de convenciones y un proyecto urbanístico. El edificio de las plenarias, ya terminado, está compuesto por cuatro bloques, uno administrativo, uno de estacionamientos, uno de máquinas y un salón de sesiones” (ED 24/4/18).
Nuestro país, con el alejamiento de seis países, “se ha aislado al respaldar a Siria y a Venezuela y al gobierno sangriento de Nicaragua”, expresa la información del caso. No habría, pues, razón alguna para que continúen las obras con el propósito inicial. Y como la construcción “fue financiada por el Tesoro General de la Nación”, todos los trabajos realizados y los avances existentes podrían ser readaptados o convertidos en dependencias de hospitales que tengan diversas especialidades y cubran una necesidad que el país tiene. La infraestructura, cuyas fotografías fueron publicadas por los medios, da lugar a creer que le ha costado una fortuna al país: un monto que podría haber alcanzado fácilmente para la construcción, por lo menos, de 10 hospitales debidamente equipados en diversos sitios del país y cubrir, de ese modo, así sea inicialmente, las urgencias que claman y esperan pobladores que adolecen por falta de hospitales y medios efectivos de atención a la salud.
Si no hay presupuestos especiales para equipos de alta tecnología científica para el tratamiento del cáncer, se podría utilizar parte del presupuesto de la gran edificación, aún no desembolsado, para adquisición de equipos, vituallas y otros que requerirían los hospitales. El hecho de que la posible sede de Unasur se haya convertido prácticamente en un “elefante blanco” daría la oportunidad al gobierno para convertirlo en algo práctico y absolutamente necesario, especialmente si se tiene en cuenta que ninguno de los países integrantes de Unasur tendrían reclamo alguno porque nada invirtieron en la construcción y menos en la adquisición de “460 hectáreas de terreno”, cuyo valor debe ser muy alto.
Finalmente, sería interesante una información completa sobre los costos de la infraestructura con detalles pormenorizados sobre cuánto se gastó y cuáles eran, finalmente, los presupuestos hasta la conclusión de las obras. Un sentido de responsabilidad obliga a ocupar estos sitios para algo tan importante como es la salud.
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