Neuronas y debates

La propuesta de uno de los principales dirigentes de un partido político de oposición, para que el Presidente del Estado Plurinacional debata sobre las necesidades que tiene el pueblo en la hora presente, debido a los elevados costos de los palacios que se construye en la plaza Murillo, uno para la Presidencia del Estado y otro para las instalaciones de la Vicepresidencia y Órgano Legislativo, llevó al Vicepresidente a retar a todos los dirigentes de los grupos políticos de oposición a debatir. Y con el añadido de que el señor García Linera declaró públicamente que le temían a sus 70.000 neuronas, además de otros adjetivos referidos a la escasa inteligencia de los opositores, lo que produjo que las redes sociales se saturen de comentarios duros, irónicos y hasta risibles sobre las neuronas vicepresidenciales.

Si echamos una mirada a los segundos hombres de la administración del Estado, desde el retorno a la vida democrática en el país, veremos que han sido personalidades destacadas del mundo académico, intelectual y político, pero indudablemente de importante aprecio por la ciudadanía. La actual figura vicepresidencial, según encuestas de opinión, es muy resistida, seguramente debido a su postura de prédica del odio y confrontación, que ya en el año 2006 la publicó en internet y que se ha llevado a la práctica en estos años.

La arrogancia del señor Linera, la descalificación que efectúa de los opositores y críticos del gobierno, las argumentaciones que efectúa sobre los asuntos del Estado y las políticas de gobierno, lo han determinado seguramente como uno de los políticos en el ejercicio del poder más criticados, pues se ha declarado indígena y abomina de los k´haras, pero ha contraído nupcias con una dama del “jet set” televisivo, que no es indígena. El hecho de que carece de título universitario de licenciado en matemáticas, el mismo que aparece impreso en sus documentos de identidad y de servicio militar, es también motivo legítimo de sana crítica, pues resulta una impostura.

Este funcionario también ha declarado, en los días pasados que: “los desfalcos en los bancos son normales”, en referencia a los varios “robos” descubiertos en el Banco Unión, que es una entidad financiera estatal que hace de Banco del Estado. A quienes hemos tenido la oportunidad de prestar servicios personales en la banca, sabemos que los controles o fiscalización son permanentes, más aun en estos tiempos que con la “computación” y otros medios tecnológicos, se sabe al momento el estado de cuentas en un banco. Además esa justificación de mala administración de ese banco estatal, resulta una apología del delito.

También el Vicepresidente en una reunión con grupos sociales afines al oficialismo prometió construir más caminos para los autos “chutos” o que fueron internados al país de contrabando, lo que importa una justificación y apoyo a un delito fiscal como es el contrabando. En su intervención discursiva se refirió a que las críticas a las políticas y actos del gobierno son: una forma de hacer política molestando al Estado”, cuando sabemos que una cosa es el Estado y otra el gobierno. El Estado está conformado por territorio, población y gobierno, es decir que el Estado somos todos los habitantes de un territorio, el gobierno es una parte del Estado, es el administrador de este y tiene como finalidad el “bien común” de la población, es decir de todos, no sólo de los partidarios y parientes.

No cabe duda que nuestro pueblo es en su mayoría pobre y de escaso nivel de desarrollo humano, pero considerarnos “estultos” a todos los bolivianos, resulta un insulto, más aún cuando nuestro pueblo es una colectividad politizada, es decir, como lo dijo Aristóteles: “el pueblo tiene una inteligencia natural..., pues sabe cuándo algo es bueno o malo para él.

El debate es saludable, cuando se lo hace en términos amigables en procura de llegar a coincidencias o acuerdos, pero no para demostrar que las neuronas o células nerviosas de uno, son superiores a las de otro individuo.

Parece que nuestros gobernantes necesitan un urgente “baño de humildad”, tal como enseñó Cristo, pues no olvidemos que cuanto más alto se está en la escala del poder, la caída es más estridente.

El autor es abogado y politólogo.