TOCANDO FONDO
Nuestros Clubes profesionales se están acostumbrado desde la vigencia de las Copas Libertadores y América, a buscar a como dé lugar su clasificación a estos certámenes con el único fin de sanear sus devengadas planillas mensuales de sueldos y párese de contar, porque la capacidad de nuestros jugadores no alcanzan para disputar este tipo de campeonatos más allá de la primera fase.
Todo este fracaso, comienza con la llegada de jugadores del exterior en una gran mayoría a punto de que el fútbol los deje y no que estos dejen el futbol, con pergaminos de años atrás que ya son historia, porque en la cancha no juegan nombres sino hombres, con sueldos jugosos inflacionados por dirigentes irresponsables que buscan su hegemonía con un derroche de dinero en sueldos que no se justifica en absoluto con la pobreza técnica de partidos que invitan al bostezo, con figuras que brillan en los equipos llamados “grandes”, frente a los que con el sueldo de cuatro jugadores de esos clubes, pueden pagar su planilla mensual de salarios. Es ahí donde nace el ídolo, el jugador que sobresale por encima de sus compañeros de equipo y acapara la atención del hincha y la prensa. El hombre símbolo del equipo que carga sobre sus espaldas el andamiaje del juego y sobre todo los resultados que espera la hinchada. Hasta ahí el mundo que se vive dentro un equipo.
Sin embargo ese juego de conjunto y las individualidades que surgen en los campeonatos domésticos, naufragan en las Copas Libertadores y América no solamente en los partidos que se juegan como dueños de casa sino que en los cotejos en el exterior no llegamos ni al área rival, sin embargo para algunos técnicos, jugadores y prensa deportiva, matemáticamente, pese haber perdido como locales, si ganamos como visitantes nos clasificamos. Sueños como de costumbre.
En la actualidad estamos fuera de la Libertadores y si analizamos partido a partido, han debido haber operaciones de la vesícula biliar de varios hinchas que estoicamente soportan ver impotentes que sus ídolos “no la ven una”, sencillamente porque son partidos internacionales y no domésticos donde brillan frente a rivales mediocres, sin entrenamiento en algunos casos por falta de sueldos, haciendo las delicias de sus seguidores que no se repiten frente a jugadores de jerarquía, habiendo creado IDOLOS DE BARRO que se derrumban fácilmente en esos certámenes.
Por los magros resultados obtenidos principalmente cuando salimos del país, donde perdemos antes de ingresar a la cancha al sentirnos psicológicamente inferiores a los rivales, creo que deberíamos seguir el ejemplo del Presidente de Estados Unidos, Trump de colocar un muro para evitar la migración extranjera a su país, colocando muros en las pistas de aterrizaje de nuestro país cuando un equipo boliviano tenga que salir al exterior para disputar partidos sin un mínimo de posibilidades de éxito y evitar golpes a nuestra vesícula biliar.
Dr. Edgar Linares Mariscal,
fundador y ex asesor legal de Fabol
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