Beneplácito en Iglesia Católica
• La orden de canonización se aprobó el 26 de enero de 2018 y fue autorizada por el papa Francisco
La Iglesia Católica Boliviana recibió con beneplácito la esperada canonización de la beata madre Nazaria Ignacia fundadora de las Hermanas Misioneras Cruzadas de la Iglesia, quien realizó importantes y memorables obras cristianas y de solidaridad en el departamento de Oruro, siendo la primera santa en Bolivia.
El Papa Francisco autorizó la santificación de la beata madre Nazaria Ignacia March Mesa. La orden de canonización se aprobó el 26 de enero de 2018 y la decisión se tomó tras una audiencia entre la máxima autoridad de la Iglesia católica y el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, cardenal Ángelo Amato SDB.
A Nazaria Ignacia se le reconocen por lo menos tres milagros vinculados con la intercesión de la Sierva de Dios Alfonsa María Eppinger, fundadora de la Congregación de las Hermanas del Santísimo Salvador; el de la Sierva de Dios Clelia Merloni, fundadora del Instituto de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús y de la Sierva de Dios María Crucificada del Amor Divino, fundadora de las Apóstoles del Sagrado Corazón.
Nació con su hermana melliza en Madrid el 10 de enero de 1889. La indigencia obligó a su padre a trasladar a su familia a México. La adolescente Ignacia ingreso a la congregación de las “Hermanitas de los Ancianos Desamparados”. Hizo sus votos iniciales en 1911 y un año después llegó a Oruro. En el asilo fue nombrada secretaria del establecimiento y según Abel Elías era “la más inteligente, la más incansable y la más sacrificada en el cumplimiento de su misión religiosa”. Luego creó la Congregación diocesana de las Hermanas Misioneras de la Cruzada Pontificia. Esta acción misionera se comprometía a acudir a donde hubiera necesidad.
La Hermana Nazaria Ignacia tuvo en Oruro la revelación y descubrió la verdad evangélica de su trabajo por los necesitados. Allí se convirtió en la monja boliviana que debía servir a los desposeídos bolivianos, describe el escritor Alfonso Gamarra Durana en el capítulo Historia Católica de Oruro de la obra Oruro Inmortal, publicada en 1998. Debía seguir su pálpito, pues, si franciscanos, redentoristas y cordimarianos recorrían los campos y las minas por ser hombres, su misión junto con sus hermanas era cumplir la labor que efectuaban los sacerdotes. Desde el momento que se fundó su Cruzada fue el paradigma de una existencia cristiana y de perseverancia mística. Llevó una vida auténtica porque la comprometió a favorecer a los demás. Consecuente con su vocación cristiana, fue santa en cada uno de sus minutos.
Los años siguientes mostraron una fecunda acción, que no encontró un límite geográfico. Se extendió a cada uno de los pueblos del extenso departamento orureño. Sea Toledo, Quillacas, Pazña, Sabaya, Curahuara o Choquecota. No abandonó ninguna agrupación indígena y lo mismo trabajó entre los chipayas, como en Corque y Urmiri. Fundó también el orfelinato de Catavi. La “olla del pobre” se multiplicó incesantemente. Fue un verdadero apostolado femenino. Una de sus hazañas fue organizar en 1933 a las mujeres de los mercados y comercios orureños para formar el primer sindicato obrero femenino de Bolivia.
Durante la guerra del Chaco, la Madre Nazaria Ignacia actuó con sus religiosas en forma directa. Formó organizaciones que se ocupaban de asistir a los heridos, destinarlos para su atención hospitalaria, conseguir alimentos y medicamentos, custodiar huérfanos de guerra, etc.
Su itinerario de fundaciones de nuevas casas llegó a Argentina y Uruguay. En Carabanchel, España, fundó una casa de ejercicios y allí se salvó milagrosamente de ser fusilada por los milicianos en el Guerra Civil.
El 6 de julio de 1943 falleció en la capital argentina rodeada de sus misioneras cruzadas. El 17 de julio de 1972 sus restos fueron trasladados a la casa matriz de Oruro.
María Angélica Kirigin
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