El bienestar emocional

En tiempos en que la vida de los seres humanos se ha tornado tensa y muchas veces incierta, bien vale la pena incidir en estos temas, como recomienda el libro “El poder de la esperanza”, cuyos autores son Julián Melgosa, graduado en Psicología en la Universidad de Madrid, y Michelson Borges, periodista con masterado en Teología en la Unsap, de Brasil.

A modo de introducción, el libro expresa ¿Quién no se ha sentido abrumado por los compromisos e incapaz de hacer frente a tantas cosas a la vez? y ¿quién no ha querido tirar todo por la ventana y escapar a una isla desierta?

Ante estos eventuales estados de ánimo, el libro puntualiza que “En este momento, millones de personas sufren los efectos de la ansiedad, el estrés y la depresión. Estos problemas son cada vez más comunes en un mundo ocupado, exigente y confuso: un mundo que busca soluciones, pero sin éxito”.

La recomendación central de la obra es que una forma de vencer estos estados anímicos es el pensamiento y con él lograr el estilo optimista de pensar, rechazando de esta manera los negativos y reemplazarlos con opciones positivas.

Este proceso deriva en que “el pensamiento optimista tiene que ser una constante, un estilo de actividad mental. Debe extenderse también a todos (o casi todos) los aspectos de la vida. Estas son las áreas que se debe tener en cuenta”.

Por tanto, el pensamiento positivo tiene que empezar de sí mismo, reconocer las limitaciones propias y esforzarse en ser mejor, resaltando los valores y habilidades que se posee.

El pasado no se puede cambiar, hay que aceptarlo. En cambio, el futuro puede ser cambiado, por lo que la actitud que se tiene en el presente define el éxito o fracaso del mañana.

Para alcanzar este logro en la conducta personal, la mayor recomendación que hace el libro es pensar confiadamente y con esperanza en el mañana, de modo que aumenta la probabilidad de un futuro más grato y halagador, para sí mismo y su entorno, que puede ser el familiar, pero también el de los compañeros de trabajo, por cuanto en ambos casos se produce una convivencia de vida.

Algunos dicen que la ansiedad es exceso de futuro, que la depresión es exceso de pasado y que el estrés es exceso del presente. El texto anota que “A menudo, los síntomas de los trastornos de la ansiedad no se manifiestan hasta que una situación de estrés desencadena la crisis”.

En este punto, expone que hay actividades preventivas de fácil realización que pueden evitar la aparición de la ansiedad y calmar los síntomas cuando aparecen. La mejor vía es hablar de sus problemas con los familiares, pero cuando considera que no es lo mejor, entonces hay que procurar convivir con personas en estrecha relación de amistad y con ellas compartir sus experiencias y el estado anímico en que se encuentra.

En lo personal, la recomendación que formulan los autores del libro es practicar la relajación, utilizar la respiración como un medio de evitar la tensión, alimentarse de manera apropiada, compartir con el o los grupos de amistad que se tenga y con ello se encontrará reflexiones y también apoyo. Por último, dejar de pensar, especialmente en asuntos que causan ansiedad.

A tiempo de concluir estas líneas, me parece que debo referir al lector que el libro me lo dio una joven, cuando transitaba la calle Potosí. No es que observé que tuviera más ejemplares para distribuir a otras personas. De modo que me obsequió el que portaba.

Al leerlo, me pareció pertinente compartir algunos de sus contenidos con los lectores de esta nota, de manera que tal vez instintivamente la joven supuso que yo cumpliría esta tarea, pues “El poder de la esperanza” hay que procurar que todos lo tengamos en nuestra mente y practicarlo como hábito y no como una simple lección de moralidad.