La evolución política en la historia de la clase obrera boliviana ha seguido un curso quebrado y fue dando diversos virajes y tumbos en cuanto a su actitud en relación con la realidad. De posiciones anarquistas derivó a tendencias democráticas y nacionales y, al presente, se ha inclinado por corrientes populistas utópicas en las que se ha anclado recientemente.
Esa variación continua de ese sector obrero del país no ha sido, sin embargo, la posición de los obreros como corriente de clase social, sino solo manejo de algunos dirigentes que se inclinan a las circunstancias del momento y tratan de conducir a los obreros hacia objetivos ajenos a los verdaderos y a veces inclusive a caer en errores, masacres y aún su autoeliminación.
En ese proceso, en años recientes, ciertas direcciones obreras tratan (a título de ir al socialismo) de orientar el movimiento obrero hacia el populismo y lo han convertido en furgón de cola de tendencias de derecha y de abandono a sus principios, es decir, contra sus intereses fundamentales.
Sin embargo los obreros, pese a las tentaciones, se resisten a caer en esa trampa y mantienen, por encima de todos los peligros, la esencia de sus principios y, al mismo tiempo, repudian ideologías engañosas, en particular el populismo, que precisamente es un programa antiobrero y antisocialista que nada tiene que ver con este sector social.
En efecto, organizaciones laborales como la Central Obrera Boliviana (COB) han adoptado, a ojo cerrado, la ideología populista, sobrepasando su Programa de Principios, que especifica con claridad los objetivos que busca alcanzar. En efecto, la COB se ha convertido de hecho en organismo conservador, De dientes para afuera se dice de izquierda, pero en los hechos sirve a la derecha, o sea mientras aconseja ir por el camino de las rosas, en la práctica va por el camino de las espinas.
Como es frecuente, este tipo de enseñanza ofrece a los obreros el cielo y las estrellas para llegar así al socialismo, pero, en realidad, como se trata de discursos líricos, se los conduce al matadero y precisamente a lo que repudian y no deben hacer.
El populismo, considerado desde el punto de vista económico, es todo lo contrario de lo que proponen los obreros. Es una “ideología” sin pies ni cabeza que dice que va a la izquierda y, en realidad va a la derecha y sigue girando a la ultraderecha. Tiene como objetivo la quimera de que la comunidad indígena, en desaparición desde hace siglos, pasará directamente a la etapa socialista o comunista, saltando inclusive la etapa democrática, programa que es un retroceso inclusive en relación con la democracia y aun en proporciones de hace cien años.
Por esos y otros aspectos, los obreros repudian el engaño populista que dice que está construyendo el socialismo del Siglo XXI o cosa parecida y, por tanto, también dudan de los dirigentes que, agarrándolos por la nariz, los conducen al desastre. De ahí que los verdaderos obreros, pisando tierra firme, repudian al populismo, sus organizaciones y dirigentes que de la noche a la mañana se han vuelto populistas. Es más, los auténticos obreros se limitan a sus verdaderos objetivos históricos, estrictamente sometidos a la realidad nacional y democrática del presente del país.
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