Lecturas de un viejo profesor
José Carlos García Fajardo
“Yo mismo soy la materia de mi libro. El temor, el deseo, la esperanza nos proyectan hacia el futuro, y nos arrebatan el sentimiento y la consideración de aquello que es, para que nos ocupemos de aquello que será, incluso cuando ya no estaremos”. Montaigne .
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“Nadie puede apenas desarraigarse de la vida y desprenderse de ella; todo el mundo, sin saberlo, hace que subsista alguna cosa de sí mismo, y no se separa lo suficiente del cadáver tendido, y lo reclama como propio”. Lucrecio.
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Se trata de la edición de 1595 de Marie de Gournay, editado en español por Acantilado. Excelente prólogo de Antoine Compagnon y muy buena traducción y edición de J. Bayod Brau. En 1580, Michel de Montaigne publicó la primera edición de sus dos libros de Los ensayos. Fue tan grande su éxito que, dos años más tarde, salió una nueva edición, enriquecida con un tercer libro y con numerosas anotaciones y correcciones en los dos primeros. Se completaba así la redacción de uno de los libros que mayor prestigio e influencia han tenido en el pensamiento occidental. Pero el autor siguió trabajando en el texto de sus ensayos hasta su muerte, en 1592.
Tres años más tarde, Marie de Gournay, “fille d’alliance” de Montaigne, presentaba una edición de Los ensayos siguiendo las instrucciones que le diera su autor y que pasó a ser considerado como la edición canónica, la mejor y la que sigue considerándose como el texto de referencia para las mejores ediciones hasta la fecha.
De Los ensayos escribió Quevedo: “La autoridad del señor de la Montaña en su libro, que se intitula Essais o Discursos, libro tan grande que quien por verle dejara de leer a Séneca y a Plutarco, leerá a Plutarco y a Séneca”.
Don José Pla: “No me canso de leer Los ensayos, de Montaigne. Paso horas y horas leyéndolos de noche, en la cama. Me producen un efecto plácido, sedante; me proporcionan un delicioso sosiego”.
F. Nietzsche: “Que un hombre haya escrito de semejante forma, ha aumentado ciertamente el placer de vivir en este mundo”.
Stefan Zweig: “Montaigne nos ayuda a responder a estas singulares cuestiones: ¿Cómo permanecer libres? ¿Cómo mantener la insobornable claridad del espíritu frente a las amenazas y peligros del fanatismo? ¿Cómo preservar la humanidad de nuestros corazones en medio de la bestialidad y de la barbarie?”
Lo volveré a leer, con calma, sin premura alguna. Seguiré subrayándolo, como hice siempre. Pero, ahora que puedo compartir los comentarios en Internet... gozaré doblemente. Seré los “ojos” de mis amigos.
El autor es Profesor Emérito, U.C.M.
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