Clepsidra
Esta última festividad de Corpus Christi permanecerá en la memoria de los españoles como una de las más nefastas sucedidas en España, en sus 40 años de democracia. El protagonista de esta hecatombe es Pedro Sánchez, secretario general del Partido Obrero Español, quien, el pasado jueves, se hizo de la presidencia de España tras prosperar una moción de censura suya, en contra del expresidente Mariano Rajoy y corroborada por diputados independentistas, así como populistas de izquierda del Congreso, para sumar el número requerido que le permita ganar dicha moción, aún con una minoría exigua que no le garantiza una normal gestión de gobierno.
Dicha actitud habría sido comprensible si es que España se estuviese debatiendo en medio de una crisis sin parangón, como fue el caso de aquella España que recibió el señor Rajoy, tras su victoria electoral de noviembre de 2011, precisamente de parte de los socialistas presididos por Rodríguez Zapatero, que dejó al país casi al borde de la quiebra económica, con altos índices de desocupación y pobreza.
Empero, la audacia y la desmesurada codicia de este trapisondista político, que ya hubo fracasado tres veces en su intento de saltear el poder, esta vez lo condujeron a pactar hasta con el propio demonio para lograr sus aviesos objetivos, sin reparar siquiera en que ese mismo día, la fiscalía alemana del Estado donde se encuentra fugado el líder separatista catalán Carles Puigdemont solicitó su inmediata extradición a España, operativo que deberá verificarse durante este nuevo gobierno, con todas sus consecuencias extorsivas de parte de sus flamantes socios.
Fue una victoria pírrica que no tardará en pasarle una gruesa factura por su aventura. Ni siquiera reparó en los presupuestos de Estado con los que él debe gobernar, y que fueron tan duramente combatidos por sus actuales compañeros de viaje. Menos mal que estas cuentas, que aún se encuentran en el Senado para su aprobación definitiva, y donde el partido de Rajoy tiene una absoluta mayoría, podrán ser modificadas a fin de evitar un doloso saqueo.
Esta irrupción al poder con escalamiento, fractura y nocturnidad nos evoca la acucia de Sancho Panza por acceder al gobierno de la Ínsula Barataria cuando apasionado exclama: “…venga esa ínsula, que yo pugnaré por ser tal gobernador que, a pesar de bellacos, me vaya al cielo; y esto no es por codicia que yo tenga de salir de mis casillas ni de levantarme a mayores, sino por el deseo que tengo de probar a qué sabe el ser gobernador”. Declaraciones que motivaron a Don Quijote dar a su torpe escudero uno de sus más célebres consejos:” ¡Oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada”.
Es sabido que varios apellidos españoles derivan de los nombres como: Gonzales de Gonzalo, Fernández de Fernando, Álvarez de Álvaro, Sánchez de nuestro caro Sancho que lo primero que hizo al jurar fue prescindir de los símbolos de la fe, como la Biblia y el crucifijo, motivando el enfado de Don Quijote.
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