La temible fuerza aérea chilena cuenta oficialmente con 16 aviones Northop F -3- E, adquiridos en 1976, con los misiles AAM Derby, de origen israelí, casco Dash III, sistema de guerra electrónica mejorado y sonda de re-aprovisionamiento en vuelo, que sufrieron enormes recortes con la enmienda de Edward Kennedy en la época de Augusto Pinochet y que fueron mejorados desde 1994 por EANER en Chile, con tecnología provista por IAI de Israel. Aún formidables y estacionados en Punta Arenas, ya están en fase de jubilación. Diez de los más antiguos A-37, casi 50 años luego de recibirlos, fueron “vendidos” a El Salvador por 8.5 millones de dólares en el 2013.
46 aparatos F-16, de los más combativos del mundo, 36 MLU de ellos adquiridos por 600 millones de dólares, de Holanda de segunda mano (2000 al 2008), donde sirvieron por 30 años, que fueron sometidos recientemente a un re acondicionamiento PACER AMSTEL, que incluye un intenso desarme y re-cableado en la base área de Santiago y en plenas tratativas con la israelí ELBIT para incorporarles el radar AESA, el soporte electrónico ESM, pero hasta hoy sin la capacidad de lanzar misiles anti-radar AGM-45 Shrike, que las autoridades estadounidenses no querían que se introdujese en América del Sur.
Y 10 nuevos aviones F-16 block 50 C/D con la condición impuesta por EEUU de que cierto número de cambios se debía hacer al software de la aeronave, configuración del radar, cableado y la cabina. Se removió la capacidad de disparar misiles aire-aire de guía por radar AIM-120 AMRAAM y armas antiradiación como el Shrike y el Harm, o de llevar bombas nucleares. Una vez que fueron entregados, Estados Unidos autorizó la venta de 28 guías de lanzador de LAU-129/A para misiles AIM-9 Sidewinder AAMs y AIM-120 y AMRAAM, pero hasta hoy solo unos pocos le fueron entregados. Chile pidió 100 de ellos más tarde, en 2009, pero los norteamericanos no aprobaron el acuerdo. Hasta la fecha, ningún AIM-120 ha sido entregado a Chile. (Henk Effing - Air Forces Monthly (AFM) - noviembre de 2011).
En septiembre de 2017, Estados Unidos adjudicó a la Lockheed Martin un contrato de servicios de ingeniería y de apoyo técnico para la flota de F-16 de la fuerza aérea chilena. El acuerdo tiene por finalidad incrementar el conocimiento técnico y las capacidades de sostenimiento de estos caza bombarderos de cuarta generación y beneficia, además de Chile, a las fuerzas aéreas de Bahrein, Egipto, Jordania, Indonesia, y otros. El contrato, de 47,8 millones de dólares, se realiza también como los aviones a través del programa de Ventas Militares Extranjeras (FMS). De acuerdo con las cláusulas del acuerdo, se espera que Lockheed Martin entregue esos servicios hasta el 30 de junio de 2020.
Chile gastó la friolera de 1.400 millones de dólares en toda la operación, pero nunca firmó un contrato con EEUU y ni los aviones ni su parque le pertenecen. La figura legal acordada sería la de una especie de “cesión de uso” con restricciones mayores y con la obligación chilena de devolver las máquinas y su armamento si existiera algún incumplimiento, sin reembolso. (Carta LOA).
La fuerza aérea chilena no puede usar los F-16 sin pedir previamente autorización a Washington y las armas son vigiladas las 24 horas por medio de un sistema EEUM o “monitoreo del usuario” por parte de personal norteamericano, que incluye observación digital a distancia de los aviones y del lugar del almacenamiento de su armamento.
Chile dispone de 103 AMRAAM en sus almacenes, pero los puede usar solo cuando los gringos decidan. Soberanía camuflada.
En resumen, la fuerza aérea chilena no ejerce tuición soberana ni siquiera dentro de las bases aéreas en las que se almacena “sus F-16”, aun cuando éstas se encuentren en territorio chileno, en las fronteras con Bolivia y Perú (Cerro Moreno en Antofagasta y Los Cóndores de Iquique). Esos controles son ejercidos por EEUU, tanto sobre el empleo de los aviones, así como sus condiciones de almacenamiento en las bases del norte chileno. Y por consiguiente es posible inferir que Chile está imposibilitado de usarlos con sus “adversarios” limítrofes (sin autorización de Washington), lo que los convierten en una suerte de avioncitos de juguete.
Al no existir un contrato de compra-venta, sino una carta de oferta y acuerdo (LAO) con el sistema Foreign Military Sales (FMS) de Estados Unidos, Chile no goza de libre disponibilidad y el uso de las aeronaves y su operación está estrictamente supeditada a la aprobación norteamericana. Las limitaciones estarían referidas principalmente al uso de los misiles aire-aire de largo alcance AIM-120 AMRAAM y las bombas guiadas por GPS JDAM (José Higuera - ANSA Latina - abril 2018).
Versiones militares establecen inclusive que la FACH nunca habría probado el funcionamiento de los sistemas de armas relevantes de los F-16, ni siquiera las bombas que le cuestan solo US $30 mil la unidad. Y las que se ve en las fotografías, tomadas el 4 de julio reciente en el aniversario del grupo N8 de la V brigada aérea en Antofagasta, son solo versiones de entrenamiento básico, sin motor ni carga explosiva, pero que son útiles en la señalización electrónica de los blancos (Editor de “El Periodista” - Chile, marzo 2018).
La única ocasión en la que la Fuerza Aérea de Chile ha instalado estos misiles activos fue en enero de 2013 para la Cumbre de la CELAC, del Caribe y la Unión Europea y probablemente estaría en negociaciones para usar sus F-16 plenamente armados junto con el Boeing 707 “Cóndor” (piloteados por chilenos) para cooperar con la seguridad de altos dignatarios de la cumbre del G20 a realizarse en Argentina en agosto, acogiéndose al acuerdo de la “Fuerza de Paz Binacional Cruz del Sur”, auspiciada por la ONU.
Santiago gasta 120 millones de dólares anuales para financiar las horas de vuelos del equivalente a 1,5 piloto por avión. Estas operaciones son posibles por los recursos del 10% de la venta total del cobre, destinado exclusivamente a armamento de sus fuerzas armadas. Nada menos que mil millones de dólares en el 2013 y tiene “guardada” la enorme suma de 4.500 millones de dólares de libre disponibilidad, reservada en previsión para una futura compra de armas. (Oriana Miranda - Diario U Chile - octubre, 2013).
A pesar de tal sumisión, el mundo considera a Chile un referente desde el ángulo económico y los chilenos alardean de una credibilidad indeclinable desde el punto de vista político e institucional.
Teóricamente, la fuerza aérea chilena con sus magníficos F- 16 son sólo “administradoras de los aviones y su arsenal, que pertenecen al parque de los EEUU en ultramar” y todo indicaría que posee muy limitado derecho a voto y no puede ser sujeto de plena soberanía con los aparatos.
No se puede llamar soberano a un territorio o a un simple avión de un Estado que tiene la obligación de reintegrarlo por incumplimiento a otro, bajo su estricta vigilancia. Y si no hay autodeterminación y gobierno, tampoco soberanía. Chile sueña algo así para negociar con Bolivia después del fallo de La Haya, ya sabemos por qué.
Servidumbres chilenas que se repiten en la historia, en la que Santiago, por ejemplo, entregó información, adquirida desde sus grandes radares en Punta Arenas, al buque insignia inglés al mando de Comodoro Woodworth, de la actividad aérea argentina en la guerra de las Malvinas, en la que “Chile hizo todo lo posible para que Argentina fuese derrotada” (Gral. Fernando Mathei).
Miserias chilenas, “un ejemplo republicano y democrático en la región” ¡Oh, my God!
El autor es médico estudioso en temas históricos y diplomáticos.
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