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La cábala del bigote y los goles de Kempes

El delantero de la selección argentina comenzó a convertir goles coincidentemente desde que se afeitó. El atacante se coronó campeón y goleador del Mundial de 1978.


El de Argentina’78 puede ser el Mundial en el que una cábala ha sido más determinante que nunca: la del bigote de Mario Kempes.

Esta superstición también está muy ligada al número cuatro y sirve de referencia para quienes creen que todos nacemos con un sino.

La historia de esta cábala comienza con la decisión del seleccionador argentino César Menotti de convocar solo a cuatro delanteros para encarar el Mundial.

El cuarto y último en llegar fue Kempes, además el único de los 22 jugadores elegidos que militaba en el exterior, y quien aterrizó en Buenos Aires como el máximo goleador de la Liga española dos veces seguidas.

Entre el 8 de mayo, el día de su arribo a la concentración argentina, y el 2 de junio, el del primer partido de la Albiceleste, pasaron cuatro semanas en las que Mario Kempes no se afeitó.

“Me daba fiaca (pereza)”, reveló el atacante, que para el debut lucía un tupido bigote. Argentina le ganó por 2-1 a Hungría, pero ‘el Matador’ no marcó. Luego, la Albiceleste venció por igual marcador a Francia y perdió por 0-1 ante Italia. Kempes se mantuvo como titular y, aún con bigote, siguió sin poder anotar.

Argentina se clasificó a la siguiente ronda y al ocupar el segundo puesto del Grupo 1 debió cambiar de sede e ir a la ciudad de Rosario.

El cuarto partido de la Albiceleste se debía jugar en el estadio Gigante de Arroyito, el mismo donde cuatro años antes Kempes había debutado con el club Rosario Central, en el que rápidamente se volvió figura a fuerza de goles para recalar en el Valencia español a mediados de 1976.

“Si en Valencia no jugaba con barba ni bigote, ¿por qué no se afeita de una vez en Rosario y se acuerda de hacer goles?”, cuenta Kempes que le dijo Menotti antes del viaje a su nueva sede mundialista.

‘El Matador’ hizo caso y el 14 de junio de 1978 apareció completamente afeitado para enfrentar a Polonia. Bastaron 16 minutos de juego para que terminara su sequía goleadora. De cabeza abrió el marcador y corrió a celebrar feliz. A los 71, él amplió la cuenta para la victoria por 2-0.

Desde entonces, según afirmó el propio Kempes, el día de cada partido Menotti se le acercaba y le decía: “Hoy toca afeitarse, ¿no?”.

Sus dos anotaciones frente a Perú en la goleada por 6-0 y otras dos ante Holanda en la final fueron determinantes para Argentina, que se proclamó por primera vez campeón del mundo, y para Kempes, que fue el máximo goleador y el mejor jugador de aquel torneo.

El 25 de junio, de nuevo en el estadio Monumental de Buenos Aires y tras el partido por el título, el cuarto del Mundial’78 en el que jugó sin bigote, Kempes se fundió en un abrazo con Menotti y entre ambos hubo una sonrisa cómplice con una cábala de por medio.

EFE

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