La revolución del “fracking”, la técnica de fractura hidráulica de la roca que permitió a Estados Unidos incrementar exponencialmente su producción, se convierte en una amenaza para la producción del gas boliviano, ya que hasta ahora sus bajos costos lo mantienen competitivos en los mercados de Brasil y Argentina.
Según el analista de la consultoría energética Wood Mackenzie Mauro Chávez, “Bolivia tiene que ser capaz de establecer una buena estrategia de precios si quiere seguir compitiendo”. El boom de la producción estadounidense alteró radicalmente las condiciones del mercado.
En opinión del exministro de Finanzas del país, David Blanco Zabala, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, con su promesa el imperativo de compensar el desequilibrio en la balanza comercial, ha redoblado el ímpetu comercializador estadounidense. Y también la presión sobre sus competidores bolivianos en el tema del gas.
“Estados Unidos tiene unos enormes recursos por explotar y necesita nuevos clientes”, dijo.