El ingenio popular no cesa, claro que nunca desaparecerá, y hasta en las situaciones más infaustas siempre estarán presentes quienes hacen “humear el coco” para sacar partido jocoso a tal o cual situación. Es así que un humilde pasajero le comentó al conductor de un bus: ¿sabías, hermanito, que ahora ya no matan con balas, sino con bolas?, lo que causó hilaridad entre los pasajeros, no faltando quien acote “sí, con cachina, y hasta con bola de fierro”.
Otra usuaria exclamó: “ahora no hay que dar petardos a los chicos porque pueden meter sus bolas y dejar de tijchar nomás”. Los rostros que en los instantes previos mostraban seriedad, preocupación, o vacilación, se llenaron de pronto de sonrisas. Se trata, pues, repito, del ingenio criollo que de uno u otro modo en los tiempos difíciles por los que atravesamos significan una especie de relax.
Y basta que haya empezado alguien para que continúe la seguidilla de chistes, bromas y una serie de tomaduras de pelo, a cual más graciosas, ocasionando sendas carcajadas en el sitio que fuese, ya sea en un centro de abasto, una plaza, un motorizado del servicio público, o en las denominadas colas. Se puede decir que nadie se salva de ello, y sobre todo constituyen blanco preferido los políticos y autoridades gubernamentales. En ese sentido, por ejemplo, no falta quien comente que ya no hay policías en las calles como otrora, cuando de dos en dos rondaban por los barrios con su “kullo” (laque de madera) en mano, sentando presencia de la autoridad.
“Tampoco hay varas como antes”, dice otra persona, refiriéndose a la ausencia de un agente de parada de tránsito en las calles donde el congestionamiento es tremendo, lo que motiva el jolgorio general, como un desahogo frente a lo que se observa. Cualquier hecho es motivo de comentarios, como la nueva edificación que se observa en la plaza Murillo, sobre la cual una mujer entrada en años dijo: “ahora como es moderno, seguro que ya no ha de haber, pues, fantasmas y almas en pena, como dicen que hay en el Palacio Quemado, además porque bien iluminado siempre ha de estar, pero harta luz ha de gastar y quién, pues, pagará esa factura con lo que ahora tanto han hecho subir la electricidad”. A lo que otro retruca “mejor, pues, así va a iluminar la plaza Murillo esa torre de Babel…”, ¡cómo pues va a ser de papel!, exclamó otra pasajera, y le aclararon que es “babel”, replicando ella: “peor, cómo va a ser para babear”, continuando así el coro de risotadas.
Ciertamente se trata, reitero, del ingenio popular. Incluso la persona más seria y adusta se pone a sonreír ante esas apreciaciones de nuestra gente. Con seguridad que también usted ha escuchado otros intercambios semejantes entre nuestros ciudadanos, y sólo resta manifestar que, ya lo sabe, nadie se salva del comentario, a veces mordaz, de una serie de pasajeros, vecinos, compañeros de trabajo, estudio, u otros. Mientras le sirvan para esbozar sonrisas y le signifiquen un relax, pues bienvenidos sean, ¿no lo cree?
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