Los hombres pasan, pero la Patria, ese legado histórico, se queda y se quedará, en definitiva, como señal del esfuerzo que extremaron nuestros mayores. Del apellido de aquellos se olvidarán, con el transcurso de los días, pero no así del bendito nombre de ella. Dios la ampare siempre.
El concurso a favor de los supremos intereses de la Patria jamás fue regateado ni denegado por sus hijos. En consecuencia: los aciertos, los avances y conquistas, de éstos, alimentaron decididamente las esperanzas de alcanzar un mundo mejor.
El servicio a la Patria, por lo visto, es permanente e incondicional. El llamado para tal objeto surge en cualquier momento. En tiempos de paz o de guerra. En democracia o autoritarismo. Bajo el imperio de la derecha o de la izquierda. En épocas de crisis o de bonanza económica. Nadie debería soslayar dicho llamado.
“Amar la Patria es honrarla y glorificarla; detestar y combatir las tiranías, es detestar y combatir las anarquías. Es respetarla, sostenerla y defenderla, sacrificando por ella todos nuestros bienes y nuestra existencia misma”, se lee en un texto escolar editado hace años (1).
El servicio a la Patria es sagrado e ineludible. Nadie podrá excusarse ni cuando esté al borde de la muerte. Es honroso, pero gratuito. A pesar que hoy algunos se enriquecen en nombre de ella.
El servicio a la Patria incluye, asimismo, tareas específicas, como el resguardo de la integridad territorial del país; la custodia de los recursos naturales, renovables y no renovables; la salvaguardia de la democracia y el Estado de Derecho; el rechazo a todo intento intervencionista foráneo; la erradicación de la corrupción y el más riguroso control del contrabando.
Esas son las tareas apremiantes que exige el servicio a la Patria. Y quizá ahora que la gente extranjera pretende apropiarse de la riqueza nacional, en desmedro de quienes claman pan, techo y justicia, que son los más, de la población boliviana. Esta actitud saqueadora ha frustrado, hoy como ayer, los proyectos tendentes a lograr mejores condiciones de vida, que tanto se requiere, en la actualidad.
En función de servicio a la Patria han perecido no sólo gobernantes sino ciudadanos de a pie. Entre ellos, muchos jóvenes. Y ahora descansan cubiertos por el sudario de la ingratitud, es decir por el polvo y el olvido, sin reconocimiento oficial ni particular. Sin que nadie se haya dignado a inscribirlos en el bronce de la eternidad. Pues lo hicieron por la Patria, tan sólo por la Patria, sin pensar, jamás, en resarcimientos económicos.
Que nadie baje la guardia sino que se mantenga presto a defender a la Patria ante posibles agresiones provenientes de afuera. Las circunstancias del momento nos exigen permanecer en vigilia.
En suma: sólo la unidad, de los cuatro confines del territorio patrio, nos permitirá avanzar, a pasos agigantados, en el tema de preservación y servicio a la Patria, que provino de 1825.
(1) “Geografía de Bolivia - Para el uso de los colegios”. Imprenta y librería Renacimiento, La Paz – Bolivia, sin año de impresión, pág. 18.
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