Rosalía Alcázar
Los paceños debemos “destrabar” los dedos cruzados de la mano, al ver pasar el período de lluvias, afortunadamente y por la gracia de Dios nada sucedió en las laderas de la ciudad “maravilla”.
Quienes vivimos en La Paz no necesitamos ser expertos en hidráulica y topografía para darnos cuenta sobre lo complejo y delicado que significa contar con los servicios de agua y alcantarillado sanitario a domicilio. Se trata de kilómetros y kilómetros de tuberías de diferentes diámetros, con materiales y características apropiadas, que recorren las calles y avenidas de la urbe.
Se debe disponer de sistemas hidráulicos que requieren de monitoreo permanente, instalaciones que tienen que funcionar adecuadamente para evitar filtraciones y fugas que pongan en riesgo a la población.
Los reportes de fugas de agua en calles y avenidas de la ciudad muestran una faceta real de la situación de nuestras tuberías, muy antiguas, que se traducen en “bombas de tiempo”.
Un sinnúmero de estos kilómetros de tubería se dice que concluyeron su vida útil 30 o 50 años atrás, alguien podrá con retórica y tecnicismo burócrata intentar refutar lo dicho en líneas precedentes, incluso aquellos técnicos que ejercen actualmente altos cargos en el sector y que efectuaron estudios al respecto.
Pero no pueden negar que vivimos con riesgo permanente, ante la falta de una adecuada atención e inversión pública municipal y gubernamental.
Administradores que actualmente ejercen la operación de la empresa proveedora de los servicios de agua y alcantarillado, además de la fiscalización y control, participaron de la planificación y ejecución de estos servicios por 11 años, pero poco o nada hicieron después de ese período para mitigar tales riesgos. ¿A quién debemos acudir para evitar otro desastre, si las autoridades pertinentes no lo hacen?
Es necesario tomar decisiones sobre la administración de la empresa, dejemos a un lado la absurda lucha de quien “controla” esta compañía, o la izquierda o derecha, al usuario no le interesa tal cosa, sino la continuidad del servicio.
Fue intervenida el año 2007, tras desvincular a la transnacional Aguas del Illimani, re-intervenida el año 2013 y últimamente manoseada políticamente, al extremo de administrarla discrecionalmente, bajo serias denuncias de corrupción y negligencia.
Urge, por tanto, una intervención definitiva y la modificación estructural, mediante una reingeniería que permita salvaguardar de los ahijados del actual Gobierno y la dirigencia local, un compromiso estatal que articule la normativa vigente con la demanda de la sociedad civil.
Esta determinación, que tiene que estar alejada de intereses políticos, debe facilitar una inversión concurrente del ámbito municipal y gubernamental como establece la norma, misma que asegure recursos para encarar la renovación parcial y finalmente total de las tuberías de agua y alcantarillado sanitario, para que así la mayoría de los paceños puedan dormir tranquilos.
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