En los últimos doce años, mucho se ha reclamado para que el gobierno muestre preocupación preferente por la atención a dos rubros fundamentales de la vida: educación y salud. Se ha construido algunos colegios y escuelas, aunque muy rudimentarios; se ha atendido, con mucho descuido, los programas de salud y se ha construido algunas postas sanitarias y mejorado algunos hospitales; pero, en general, hubo descuido en ambas misiones que el gobierno debió atender con premura y preferencia. Mucho se habla, tanto a nivel público como privado, de la urgencia de dar dinamismo a la educación, que es básica para alcanzar el desarrollo del país; se conviene también en que sin educación es casi imposible pretender que el país se coloque en condiciones efectivas de combatir a la pobreza.
En casi todos los gobiernos se ha insistido en atender prioritariamente la educación; son muchas las reformas realizadas, pero sin que se conozca sus resultados. Durante el presente gobierno se ha tratado de implementar la reforma denominada “Avelino Siñani - Elizardo Pérez”; pero se ha tocado superficialmente el fondo de los problemas que enfrenta la educación de niños y jóvenes del país y, si se tratara de realizar una evaluación seria y muy responsable, a cargo de especialistas en educación (seguramente con asesoramiento de países con gran experiencia), llegaríamos a la conclusión de cuán poco se ha hecho y cuánto habría que hacer.
Muchas veces se cree que levantar infraestructura y proveerla de todos los elementos necesarios, para la educación es lo más importante; pero la verdad es otra: atender el rubro de la educación de niños y jóvenes debe ser, fundamentalmente, establecer la calidad de la educación impartida, hasta dónde llegan sus ámbitos en la diversa gama de conocimientos humanísticos; cuánto pueden abarcar los estudiantes en el conocimiento del inmenso mundo que significa el conocimiento, y, además, estudiar cómo están dispuestos niños y jóvenes con capacidad, inventivas, criterios, habilidades, etc. para captar las enseñanzas, asimilarlas, comprenderlas, entenderlas. Por otra parte -y esto es sumamente importante- cuál es la disposición y capacidad de los profesores o docentes, si cuentan con la formación necesaria, si poseen cualidades para brindar amor, respeto y consideraciones a los educandos.
El tema es de amplios horizontes para tratarlo; pero, entretanto, tendrían que convenir, tanto el gobierno como la colectividad, en que si buscamos el desarrollo integral del país y no solamente económico, es preciso buscar los mejores medios para reformas útiles, de calidad de los sistemas educativos no solamente para niños y jóvenes sino también para quienes se encarguen de transmitir conocimientos y formen la capacidad de los educandos. La educación, pues, no es fin ni misión ni criterio ni arte que se maneje a ciegas; es preciso tomarla en serio y actuar en conjunción con virtudes, principios y valores que, a través del conocimiento, se puede transmitir a los recipendiarios capaces de captar múltiples conocimientos. Será preciso, como inicio, evaluar sistemas y métodos utilizados en otros países que han alcanzado índices altos en la educación de sus pueblos.
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