Sergio Apaza Vera
Cada cierto tiempo los dirigentes de la Asociación del Fútbol Argentino están buscando al brujo o al mago que les permita clasificar al siguiente Mundial y ganar el mismo, simplemente porque en su equipo juega Lionel Messi.
Lo fundamental de los dirigentes no es si contratan bien o mal, sino como quieren hacer las cosas, como quieren que juegue el equipo de “todos”. Porque de cómo quieras jugar dependerán el entrenador y los jugadores que incorpore, estos serán de acuerdo a su idea de juego, a su manera de sentir el fútbol. Sin esta base lo demás no sirve absolutamente de nada. Por eso creo que una cosa tan simple, o tan coherente, como puede ser este planteamiento, es contra lo que se choca siempre, porque todos, hinchas, principalmente “periodistas”, e incluso entrenadores “colegas”, creen que el estratega de turno debe convocar determinados jugadores en función a los caprichos de quienes se creen dueños de la verdad.
¡Los entrenadores no tenemos poderes mágicos! (desgraciadamente) y aunque los tuviéramos, sólo algunos podrían dejar contentos a hinchas, dirigentes y “periodistas”!.
El dirigente en la AFA suele moverse por modas, caprichos o el cartel del entrenador buscado para su selección. Así, puede elegir uno y, mañana optar por otro opuesto en estilo y métodos de trabajo. No busca que el equipo adquiera características definidas y en función a volver a la identidad del Fútbol Argentino que lo lleve al crecimiento. Cuando la prisa y el caos mandan, cuando el dirigente entra en pánico por la impaciencia de la gente, entonces el equipo prescinde del camino más largo y toma un atajo que rara vez conduce a la virtud. Este precipitado desenlace expone, además, un mensaje ambiguo que se da según el resultado final.
Sampaoli llegó en medio de un desbarajuste dirigencial, siendo el tercer seleccionador argentino que dirigió en el mismo torneo clasificatorio. El poco tiempo de trabajo capitaliza aún más el valor de la correcta selección de jugadores para el desarrollo de una idea. Como la crisis sobrepasó cualquier tipo de parsimonia en el proceso de Eliminatorias, la clarividencia sobre qué jugador es el adecuado para la idea del entrenador se limitó casi hasta el extremo. Un ejemplo es que a Lanzini (lesionado y excluido) a Meza y Caballero les bastó una buena actuación en la última convocatoria para meterse entre los veintitrés.
Lo que intenta Sampaoli en Rusia tiene el factor tiempo en contra, si dará resultado o no es toda una incógnita; y como una Selección necesita de tiempo para probar, entrenar, jugar amistosos, etc., etc., no se sabe qué esperar de este equipo. Desde el debut contra Islandia se puede imaginar un equipo ofensivo, que busque presionar constantemente para tener la pelota el mayor tiempo posible, buscando un caos ofensivo que no permita dar referencias al rival. Pero no se puede tener certeza de esto, ya que frente a un equipo de menor talla pero bien trabajado y ordenado en defensa se percibe claramente la falta de una fluidez en el circuito ofensivo, que solo se consigue con tiempo de trabajo, esperamos que el conservadurismo no pueda atacar los instintos de Sampaoli y llevarlo en busca del famoso “equilibrio”. Ambos procedimientos son válidos e irán en pos de encontrar el mejor resultado.
Como se viene pidiendo hace ya un tiempo, la tarea del entrenador de la selección argentina es crear el mejor ecosistema posible para que Messi haga lo que sabe hacer. Y aunque sabe hacer todo (quizás le falta demostrar que puede atajar también) no se debe esperar que se cargue el equipo al hombro. Lionel sabe crear y definir; ha evolucionado para ser el futbolista total. Ambas cosas las sabe hacer a la perfección, pero no se le puede pedir todo. Sampaoli tiene esta disyuntiva para decidir cómo exprimir a Messi. Si lo quiere como asistidor para que sus delanteros sepan aprovechar las situaciones que les regale el “diez” o como definidor para las ocasiones que reciba de los mediocampistas. Para cualquiera de éstas, el técnico deberá encontrar los socios más afines con Lionel para que no se llegue a la famosa y casi temida “messidependencia”. Necesitará encontrar respuestas, y tendrá que hacerlo a contrarreloj. Esperemos que, el entrenador argentino se decida a ser valiente y no cambie su idea de juego y que el espectador pueda disfrutar de un equipo a la altura de sus individualidades.
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