La Cumbre de Singapur, en la que se reunieron el presidente de Estados unidos, Donald Trump, y el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-Un, tuvo como principal resultado haber superado el peligro inminente de una guerra nuclear en el área del Pacífico, la cual afectaría a toda la sociedad humana. Por diversas causas e imprevisiones, ese conflicto se iba gestando desde hacía tiempo y más bien se iba agravando por falta de decisiones firmes y correctas de parte de países responsables.
El haber alcanzado el objetivo de evitar una guerra de esa clase terrorífica, constituye no solo una victoria diplomática a favor de Estados Unidos, sino de la humanidad en su conjunto. Constituyó un respiro de alivio que garantiza una etapa de tranquilidad y una garantía para la continuación del movimiento democrático contemporáneo.
La Cumbre de Singapur tiene como resultado mucho más que los cuatro puntos del Acuerdo final firmado por los dos mandatarios, lo cual permite ver que la razón humana ha superado, una vez más, el irracionalismo y que la alienación individual ha dejado atrás el dogmatismo, para dar paso a la lógica. La dialéctica de la historia se ha opuesto a la metafísica, contraria a aquella.
Recordando lo que sucedía hace pocos meses, se observa que Corea del Norte, sin tomar en cuenta la realidad internacional, amenazaba atacar con misiles que portaban cargas nucleares, actitud que no era ficticia ni mucho menos. Ante esa actitud, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reaccionó con seguridad y transparencia, remarcando que, en caso necesario, la amenaza sería respondida en proporción mayor. La oportuna decisión de Trump puso las cosas en su lugar y no solo a nivel bilateral sino con alcance planetario. En efecto, Estados Unidos ahora recupera, de esa manera, su autoridad política mundial y, a la par, hizo un avance considerable para contribuir a corregir el desorden sembrado en diversos niveles continentales por corrientes utópicas y anárquicas y restaurar, en cambio, el orden y globalización de la democracia, no solo en su concepción corriente, sino en la de más amplio sentido.
El resultado de la Cumbre de Singapur es no solo una victoria diplomática de carácter externo de la política de la actual cabeza de Washington, sino un triunfo de la política interna de esa nación y su programa “Estados Unidos otra vez grande”, cuyos puntos concretos se van realizando con eficiencia y rápidamente, aspectos que han hecho girar radicalmente la política mundial y la visión de la opinión pública, esperándose, además, nuevos resultados, lo cual podría permitir arreglar el desorden en el mundo, originado en la falta de respeto a los principios y valores, en el olvido de la lógica del desarrollo.
La Cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y Corea del Norte constituye un punto de inflexión en la historia contemporánea mundial que podría conducir a una era promisoria.
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