Cuando se trata de todo lo que pudiese afectar a la seguridad y vida de niños y menores hasta los 15 años, surgen preocupaciones y angustias no solamente en las familias sino en las mismas autoridades e instituciones, porque a la niñez y la juventud no solamente se las cuida y ama con miras al futuro, sino porque son, ahora, en el presente, una esperanza, el mayor bien que se posee en cualquier nación porque representan la reserva moral por sus virtudes y cualidades que implican valores y principios para el futuro de la humanidad.
La institución Aldeas Infantiles SOS, al lanzar su campaña “Me importa”, que pretende involucrar a la población en la tarea de fortalecer a las familias y apoyarlas para evitar su desintegración, debido a los peligros que se ciernen sobre un millón de niños que estarían en peligro de perder a sus familiares, muestra un cuadro que es patético y que, además, obligaría a las familias, a instituciones públicas y privadas e inclusive a iglesias tomar conciencia de ello y, conjuntamente, ver medios y formas para remediar el grave problema.
Según Aldeas Infantiles SOS, “666.066 niños están en peligro de no vivir en una familia; 193.958 viven con algún otro familiar y 80.497 viven con otras personas con las que no tienen ningún parentesco”. Si los estudios realizados muestran estas cifras, conforme pasa el tiempo y surgen más dificultades para el mantenimiento de una familia, cabría preguntarse: ¿Cuál podría ser la realidad en un futuro cercano y cuál en lo mediato? (ED 7-6-18).
La misma institución sostiene: “30 mil niños, temporal o permanentemente requieren servicios de acogida institucional o familiar, pues oficialmente el derecho a vivir en familia ha sido vulnerado”. Añade: “En América Latina, 70,5 millones de niños son pobres y esto provoca que estén más expuestos al trabajo infantil o a estar en situación de calle. Casi dos millones de niños son víctimas de explotación sexual. El alcoholismo de los padres, la falta de recursos económicos, la violencia y las dificultades de los padres para encontrar un trabajo son factores que ponen en riesgo la estabilidad de la familia”.
El problema es gravísimo y nadie debería ser indiferente a él; muestra, claramente, cómo la pobreza se ha convertido en factor preponderante no solamente para la desmembración familiar sino para el hecho de nacimientos sin perspectiva alguna; también la proliferación de niñas que son violadas u obligadas a vivir “en pareja”; las conductas en que la cobardía de muchos hombres determina maltrato a las madres es otro hecho que da lugar al abandono del hogar por parte de niños. ¿Sería posible que el gobierno se preocupe por este grave problema y destine presupuestos especiales para crear organismos que apoyen la integración familiar y el derecho de los niños a vivir en familia? ¿Será posible evitar gastos innecesarios y suntuosos y velar por la niñez? Aldeas Infantiles SOS da pautas dignas de ser tomadas en cuenta.
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