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Alaska

Ballenas beluga apenas pierden audición



IMAGEN DE BALLENA BELUGA.

Bristol Bay (Alaska).- Científicos han publicado las primeras pruebas de audición en una población silvestre de mamíferos marinos sanos. Las pruebas en ballenas beluga en Bristol Bay, Alaska, Estados Unidos, revelaron que las ballenas tienen capacidades auditivas sensibles y que la cantidad de animales que experimentaron pérdidas auditivas extensas fue mucho menor de lo que los científicos habían anticipado.

Los últimos hallazgos contrastan con las expectativas de estudios previos de humanos y delfines nariz de botella, que mostraron una mayor pérdida de audición a medida que envejecen, dice Aran Mooney, biólogo de ‘Woods Hole Oceanographic Institution’ (WHOI) y autor principal de dos nuevos estudios sobre ballenas beluga. “Pero a diferencia de la población salvaje de belugas, los delfines que se estudiaron vivían en un ambiente muy ruidoso, como la mayoría de los humanos”, señaló.

En un momento en que el ruido en el océano aumenta debido a las actividades humanas, como la exploración en búsqueda de petróleo y gas y el tráfico marítimo, es crucial comprender las capacidades auditivas naturales de las ballenas y otros mamíferos marinos en peligro para evaluar los impactos potenciales del ruido en los animales y los esfuerzos de gestión para mitigar la pérdida de audición inducida por el sonido.

INVESTIGACIÓN

Además, en los dos estudios relacionados, los investigadores de WHOI midieron la sensibilidad auditiva de 26 belugas salvajes y luego compararon los audiogramas con medidas acústicas realizadas en su hábitat de verano en Bristol Bay para estudiar cómo los paisajes sonoros naturales (todos los sonidos dentro de su entorno) pueden influir en la sensibilidad de la audición.

El primer estudio fue publicado el 8 de mayo en el ‘Journal of Experimental Biology’, mientras los resultados del estudio del paisaje sonoro se detallan este miércoles en ‘Journal of Ecoacoustics’

MÉTODO

Para probar la audición de una ballena beluga, los investigadores aplicaron el mismo método de detección que utilizan los médicos para evaluar la audición de los bebés recién nacidos que aún no pueden responder vocalmente, escuchen o no los sonidos: la respuesta auditiva cerebral automatizada.

Se coloca suavemente un sensor de ventosa en la cabeza de las ballenas, justo detrás del orificio de ventilación, y otro en la parte posterior como referencia. Se reproduce una serie de tonos tranquilos y los sensores ayudan a medir la respuesta del cerebro a los sonidos de la superficie de la piel.

“Es bastante sencillo --cuenta Mooney--. Simplemente, teníamos que hacer un sistema portátil que pudiéramos llevar a un ambiente extremo para realizar las pruebas de audición”. La prueba en sí misma se realiza rápidamente, tomando solo alrededor de cinco minutos para medir cada frecuencia. La parte más desafiante, informó Mooney a Europa Press, es atrapar a los participantes.

Para eso, los científicos confiaron en la experiencia de los nativos de Alaska que solían cazar belugas. Desde pequeñas embarcaciones de aluminio, el equipo se acercaba a una ballena adulta individual --no se incluyeron crías en el estudio-- en aguas poco profundas de la bahía. Teniendo cuidado de no estresar ni lastimar a la ballena, la atraparon en una red suave.

MAMÍFEROS MARINOS

Los manipuladores de mamíferos marinos, incluidos los equipos de Georgia Aquarium, Shedd Aquarium y Mystic Aquarium, se metían en el agua para asegurar la cola del animal con una cuerda antes de moverlo a una banda abdominal (como una camilla pequeña) en el agua junto a un bote inflable suave donde se llevaron a cabo las pruebas de audición.

“Las belugas se mantuvieron relativamente relajadas durante las pruebas, aparentemente empleando un comportamiento de descanso que pueden usar para evitar a las orcas --explica Mooney--. Cuando una ballena asesina las está cazando, las belugas a menudo se trasladan a aguas muy poco profundas y permanecen en silencio hasta que pueden regresar de manera segura a aguas más profundas”.

SENSIBILIDAD AUDITIVA

Además de las pruebas auditivas, los investigadores también realizaron un examen físico para evaluar la salud general, el sexo y la edad estimada de cada animal y obtuvieron muestras de piel, aliento y sangre para recopilar información sobre los niveles hormonales de las ballenas, el microbioma de las bacterias y otros datos relacionados con la salud.

Las evaluaciones fueron parte de un programa de evaluación de la salud de la población beluga coordinado por el Centro de Ciencias Pesqueras de Alaska de la NOAA, el Departamento de Pesca y Caza de Alaska y el Centro SeaLife de Alaska. Los transmisores satelitales se adjuntaron a algunas de las ballenas antes del lanzamiento para estudiar los movimientos de las ballenas.

AUDICIÓN

“Debido a que no ha habido otros estudios sobre la audición de mamíferos marinos silvestres, comparamos los resultados con estudios previos de delfines en cautiverio en San Diego y en Rusia --detalla Mooney--. Los delfines mostraron una pérdida de audición clara a medida que envejecían, pero el grupo de San Diego vive en un ambiente muy ruidoso, como la mayoría de los humanos”.

Mooney y sus colegas también compararon las pruebas de belugas salvajes con las de belugas que viven en instalaciones de atención humana. Ambos grupos escucharon de manera similar y los autores sugieren que probablemente se deba a los ambientes silenciosos en que viven. “La audición sensible dentro de un paisaje sonoro silencioso podría permitir a las belugas detectar depredadores, navegar y comunicarse con sus crías a través de señales de baja amplitud”, explicó Mooney a Europa Press.

A su entender, “esta sensibilidad auditiva podría verse comprometida en un entorno más ruidoso”. “También sugiere necesidad de gestión para los animales que habitan en áreas ruidosas, donde es posible que ya muestren mayores proporciones de pérdida de audición”, añadió.

Los dos estudios son importantes para evaluar los efectos del ruido submarino en ballenas beluga en peligro de extinción, cuyo número ha disminuido a un estimado de 328. La especie vive en hábitats cercanos a Anchorage, Alaska, y está expuesta al ruido de navíos, la construcción y el ruido explosivo de las bases militares cercanas. (Europa Press - Agencias)

 
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