El VAR propició el penal que le permitió a Irán empatar el partido, en el minuto 92, modificando el órden en las posiciones.
Una decisión demandada por el videoarbitraje (VAR), propició el penalti que en el tiempo añadido transformó Karim Ansarifard y que evitó la victoria de Portugal en Saransk (1-1), condenado al segundo puesto del grupo y a una eliminatoria de octavos ante Uruguay. Los recelosos de la tecnología se cargaron de argumentos en el duelo del Mordovia Arena.
Hasta en tres ocasiones, decisivas, el VAR entró ayer en escena. La primera, para indicar un penalti a favor de Portugal, al inicio de la segunda parte, que desperdició Cristiano Ronaldo. Después, para juzgar una posible agresión del capitán portugués sobre Morteza Pouraliganji. El árbitro, el paraguayo Enrique Cáceres, miró y miró la acción. E interpretó. Algo vio. No supo el qué y sacó tarjeta amarilla. Finalmente, la tecnología dictó sentencia. Con Irán agitado por lo que consideró un agravio protestó una jugada dentro del área, casi al final. Una pelota que dio en la mano de Cedric en la puja por la pelota de Sardar Azmoun.
No desperdició el tiro desde los once metros Karim Ansarifard, que dio el empate a su equipo.
Es Irán un equipo áspero para cualquiera. Incómodo para jugar. De esos con oficio y las ideas claras. Basado en la seriedad defensiva cuando el rival es superior. No concede espacios y nunca rehúsa a cortar el ritmo. Al menor contacto no tiene inconveniente el jugador en caer al suelo y alargar su estancia en el piso. Portugal se empezaba a impacientar. El gol no llegaba y las ocasiones empezaban a escasear. Irán se animó.
El conjunto asiático tenía el partido donde quería. El balón para el rival. Un pase y otro. Pero sin riesgo. La clave al final estuvo en el talento. Cristiano Ronaldo no tenía el día. Bien vigilado, la ansiedad le pudo en más de una ocasión. Con el tiempo casi vencido apareció Ricardo Quaresma, una de las apuestas de Fernando Santos en el once inicial que irrumpió en Saransk. El delantero del Besiktas supo leer la situación. La solución, un tiro lejano; cogió el balón en su lugar natural, la banda derecha. Y desde el vértice del área lanzó con el exterior para llevar la pelota al lado opuesto de Ali Beirayand, que solo pudo mirar como alcanzó la red y esperar la llegada del descanso.
El gol cambia el panorama. Irán, obligado por el marcador, intentó dar un giro a su juego. Aunque Portugal pudo cerrar el partido. Fue en un penalti que marró Cristiano Ronaldo y que dejó en entredicho al videoarbitraje mal empleado. El portugués sufrió una falta dentro del área y el árbitro le obligó a levantar. Pasados unos minutos, con el balón en juego, el paraguayo Enrique Cáceres detuvo el lance y señaló los once metros.
Cristiano falló. Ali Beirayand le detuvo el tiro. Pero Irán se agitó. En pleno lío sufrió dos tarjetas amarillas por protestar.
Con Portugal incapaz de sentenciar Queiroz movió sus fichas. Recurrió a Saman Ghoddos, que pudo igualar con un tiro lejano que se fue fuera.
No había tregua. Cristiano, al margen del protagonismo por su juego, volvió a ser reclamado por el VAR por una acción que tuvo con Morteza Pouraliganji que terminó en amarilla.
Portugal terminó encerrado en su área. Con Pepe y Jose Fonte con trabajo extra y el banquillo de Irán excitado. Hasta que llegó otra repetición del VAR que supuso el empate para los asiáticos y un final digno en el Mundial.
EFE
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