El portero Kasper Schmeichel estuvo a punto de amargarle el día a los croatas, cuya máxima figura, Luka Modric, falló un penal a minutos de que finalice la prórroga. El partido se definió en la tanda de los penales con triunfo para Croacia 3 a 2.
Croacia sufrió ayer para alcanzar los cuartos de final del Mundial de Rusia y mantener viva la ilusión de una generación que esperó a los penaltis para eliminar a Dinamarca (3-2) que estuvo a punto de acabar con la historia de Luka Modric en los Mundiales.
Al equipo del mago croata se le apagó la luz en el momento más inoportuno. Parte de culpa la tuvo el rocoso planteamiento danés, que consiguió anular las ideas de la estrella balcánica. El jugador del Real Madrid vive con la continua amenaza de que cada partido puede ser su último en un Mundial y contra los daneses estuvo a punto de despedirse.
El portero Kasper Schmeichel se empeñó en amargar a Croacia hasta límites insospechados. Y, sobre todo, a Modric, a quien detuvo un penalti a pocos minutos para el final de la segunda parte de la prórroga.
En el comienzo del duelo, el peso de la historia acechaba a las dos selecciones, que casi desde que comenzó el Mundial tenían puesto el retrovisor del pasado. Sobre todo Croacia, que parece vivir de la gesta de Francia 1998, donde tocó techo tras llegar a las semifinales y acabar en la tercera plaza.
A Dinamarca sólo le recordaron su mejor resultado en una Copa del Mundo días antes de enfrentarse a Croacia. Estaban a un paso de igualar los cuartos de final, su récord, también en Francia 1998.
Todo comenzó al revés para Croacia, que en el segundo minuto encajó el primer gol. La única novedad en la alineación de Dinamarca, el lateral izquierdo Jonas Knudsen, hizo un saque de banda tremendo que acabó rematando Mathias Jorgesen al fondo de la red de Danijel Subasic.
Fue un palo que duró muy poco, porque en dos minutos Croacia arregló el desaguisado gracias al estreno de Mario Mandzukic en la competición. El jugador del Juventus recogió un rebote dentro del área pequeña y, con mucho oportunismo, empató el duelo.
Entonces comenzó otra pelea, la del gobierno del centro del campo que no ganó nadie. Los dos protagonistas, Modric y Eriksen, apenas fueron capaces de ofrecer alguna pincelada de su buen fútbol, aunque el danés fue quien más cerca estuvo de marcar con un pase envenenado que golpeó en la escuadra derecha de la portería de Subasic.
Con los jugadores agotados, los últimos quince minutos estaban destinados a ser un trámite para la prórroga. Y, entonces, la bombilla de Modric se encendió casi al final con un maravilloso pase a Ante Rabic, que encaró a Schmeichel y fue objeto de un penalti por parte de Mathias Jorgensen.
Entonces, Modric agarró la pelota y, decidido, se fue hasta el punto de penalti para acabar con el sufrimiento. Schmeichel, con su padre en la grada alborotado, paró el disparo al mago croata y la eliminatoria se decidió desde la tanda de penaltis.
Después, la historia fue cruel con Schmeichel. Siguió deteniendo penaltis en la tanda definitiva. Pero sus compañeros no acertaron, incluido Eriksen, que chocó con Subasic. Al final, Ivan Rakitic marcó el definitivo, evitó un día trágico a Modric y su generación no será una generación perdida.
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