A fines del Siglo XIX, una serie de tecnologías de identificación fueron desarrolladas e implementadas por los estados. La fotografía, antropometría y dactiloscopia dieron respuesta a la necesidad estatal de acumular información de sus integrantes. Las antiguas formas de identificación perdieron efectividad en el nuevo contexto caracterizado por procesos de urbanización acelerada. Se creó una nueva relación con los ciudadanos que se centró en la acumulación de su identificación. Este proceso avanzó de manera firme abarcando amplios estratos de la sociedad, perfilando así una nueva relación entre el Estado y el ciudadano.
Juan Vucetich Kovacevich (1858-1925), yugoslavo que vivió en Argentina, fue el más destacado en el manejo de huellas dactilares de aquel periodo. Trabajó como estadístico del Departamento de Policía en La Plata - Argentina, hasta su ascenso como jefe de la oficina de Identificación, se le encomendó el estudio del sistema antropométrico que comprobó era inexacto. Estudioso de las investigaciones de Galton, en 1891 experimentó con huellas dactilares y registró impresiones digitales de delincuentes.
Diseñó su propio sistema de clasificación e individualización para los internos a través del uso de huellas dactilares, creando el “Sistema Dactiloscópico Argentino” y su máxima obra “Dactiloscopia Comparada” de 1904. Su sistema fue adoptado en casi todos los países de Europa, Asia y en América Latina adoptado por Brasil y Chile en 1903, por Uruguay, Perú y Paraguay en 1905 y por Bolivia en 1906.
El 29 de junio de 1892, en Necochea – Argentina, se esclareció un singular delito a través de impresiones papilares colectadas en el escenario del crimen. Este hecho constituyó el doble asesinato cometido por la Sra. Francisca Rojas, quien acusaba el crimen a un vecino inocente de apellido Velásquez. Las autoridades locales intentaron conseguir la confesión de Velásquez, pero vanos fueron los intentos ya que éste negó el hecho, por lo que el Inspector Eduardo Álvarez llevaría adelante la investigación. Álvarez comenzó examinando la escena del crimen y encontró una huella dactilar ensangrentada en una puerta, retiró la sección con la impresión y comparó la huella dactilar ensangrentada con las huellas dactilares de Francisca Rojas. Cuando fue confrontada y se le demostró que su propia huella dactilar correspondía a la huella en la puerta, confesó los asesinatos. El caso Rojas se considera el primer homicidio resuelto por evidencia dactilar y Argentina se convierte en el primer país en depender únicamente de las huellas dactilares como método de individualización.
Después de haber alcanzado un hito importante, Vucetich creó un sistema de clasificación útil y manejable; basándose en numerosas teorías que fueron esgrimidas desde la medicina a lo largo de los siglos y abocado a la tarea de encontrar un sistema simple, perfecto y eficaz de identificación. Descubrió que el uso de las huellas digitales era el camino para ello, trabajando con la técnica de tres patrones de Galton. Creó un sistema de clasificación que utilizaba subcategorías para clasificar, archivar y localizar tarjetas dactilares. Inicialmente llamó a su sistema “Icnofalangométrica”, que significa medida de la huella dactilar. En 1896 le cambió el nombre a “Dactiloscopia” que significa “descripción del dedo”.
Vucetich obtuvo reconocimiento internacional en el campo de la identificación criminal científica viajando por el mundo y promoviendo su sistema. La dactiloscopia en principio fue de importancia en el ámbito penal, más tarde trascendió en el ámbito civil, permitiendo la creación del documento de identidad. En Bolivia con el DS del 10 de diciembre de 1927 fue creada la cédula de identidad personal y obligatoria.
Fuente: El libro de referencia de las huellas dactilares; Instituto Nacional de Justicia.
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