Removiendo el avispero

Bolivia, nación pequeña, de economía atrasada, con un sistema de vida colonial y semifeudal, carente de interconexión interna y otros factores, es, sin embargo, víctima de problemas de grande dimensión, sin hacer referencia al problema del enclaustramiento, a la creciente pobreza, a la caída de los precios de las materias primas, etc.

No obstante esas características, en el país surgen a diario candentes problemas internos y externos de notable magnitud, que al despertar y abrir las páginas de los periódicos, oír informativos radiales o ver noticieros de televisión causan disgusto, arruinando la vida de los ciudadanos por el resto del día.

Es más, se sale a las calles para chocar con bloqueos, marchas, batallas campales de trabajadores con policías, disparos de armas, gases lacrimógenos, bocinazos, desorden vehicular, mal estado de las calles y otros, por no hacer referencia a otros aspectos comunes.

Un asunto que causa enfado general es la corrupción en las esferas del Estado Plurinacional, la misma que constituye una cadena interminable, no de pequeñas denuncias sino de grande tamaño, como en el caso del Fondo Indígena.

Entre esos aspectos que crispan los nervios está la no solución del conflicto sobre el referéndum contra la reelección presidencial indefinida (21F), por lo cual el gobierno trata de desconocer la majestad del voto mayoritario del pueblo, actitud que en vez de calmar los ánimos, más bien los exaspera día a día.

Pero, aparte de ese asunto político, en fecha reciente se puso en tapete el “caso Quiborax”, empresa chilena que no invirtió en el país ni un millón de dólares, pero que fue beneficiada con una indemnización de 42 millones de dólares, según arbitraje de una entidad internacional.

Pero eso trajo cola de paja, que al incendiarse removió otras indemnizaciones que en años pasados pagó el gobierno de Evo Morales por la supuesta nacionalización de varias empresas extranjeras, por un total de 820 millones de dólares, sin que se sepa cómo se aprobó esos pagos ni cómo fue defendida la economía nacional ante el tribunal respectivo, con el peligro de que se tenga que pagar otras indemnizaciones por otros 300 millones de dólares.

Así, por resolver un problema menor (Quiborax) se ha destapado una caja de Pandora, de la cual han empezado a salir toda clase de monstruosas alimañas que terminarán por enervar a la opinión pública, si es que antes no se resuelve el ígneo asunto de la UPEA.