La opinión pública nacional, atenta a las actividades de los funcionarios del gobierno, en particular del Presidente del Estado, observa no sin asombro la gran cantidad de viajes de larga y corta distancia que realiza esa autoridad por varios días con fines de Estado y hasta de tipo particular, como ser asistir a torneos deportivos internacionales, sin que haga conocer los respectivos informes que debe rendir ante la Asamblea Legislativa, de acuerdo con disposiciones vigentes y aunque así no fuesen necesarios.
Por disposición constitucional, el Presidente del Estado podrá ausentarse del territorio boliviano por misión oficial, sin autorización de la Asamblea Legislativa, hasta el máximo de diez días (Art. 175), pero, en un mismo mes, la máxima autoridad hace varios viajes al exterior, los mismos que suman un total de más días fijados por la Carta Magna, quedando, entre tanto, el aparato del Estado, casi todo el lapso mensual, en manos del Vicepresidente con atribuciones limitadas.
Sin embargo, pese al imperio de disposiciones legales, el primer mandatario no cumple, ya fuese por error u omisión, la obligación que consiste en rendir informe de sus viajes con motivo de negocios de Estado, como señalan las atribuciones de la Ley Safco vigente y el Decreto Supremo 0181, de tal forma que por ese incumplimiento el Soberano está desinformado acerca de cuáles fueron las gestiones y beneficios conseguidos durante su ausencia en naciones allende los mares.
El Artículo 171 de la Carta Magna impone 27 atribuciones a que está sometido el Presidente del Estado e implícitamente también establece que el informe sobre las giras realizadas a otros países debe producirse de forma obligatoria, más aún porque se anuncia compromisos que comprometen a la Nación y cuyo conocimiento oficial debe ser comunicado al pueblo por razones de principio.
Solo se conoce informaciones vagas y confusas de dichos viajes, que alguna vez comunica el Ministerio respectivo, pero más se sabe de esas gestiones por comunicados de los gobiernos visitados o sus embajadores, que inclusive caen en limitaciones. Es más, existen serias contradicciones entre las noticias de ambas partes, lo cual provoca grave desconcierto en la opinión pública que, por su parte, termina negando la veracidad de los datos o los exagera o tergiversa.
Por su parte, el Parlamento, cumpliendo su tarea fiscalizadora, debe exigir al presidente informes sobre sus viajes. En particular, podría conocer a qué acuerdo técnico-militar llegó en sus recientes viajes a Rusia y China, el mismo que atañe a la Soberanía y seguridad nacionales, sin hacer referencia a otros, acerca de los que corren versiones poco recomendables. Inclusive el Presidente podría ofrecer informes en forma reservada, permitiendo, además, que en ausencia del capitán del barco, el sustituto conduzca con mano firme el debilitado timón de la nave del Estado, en medio de vientos huracanados, rodeado de escollos visibles e invisibles y haciendo aguas.
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