Clepsidra
“¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”. Esas fueron las palabras que pronunció el presidente mexicano Porfirio Díaz hace un siglo, y que permanecen vigentes ante la reciente victoria electoral del candidato Andrés Manuel López Obrador, al ganar la presidencia de la república de México, como el primer mandatario populista de izquierda que ocupará el Palacio Nacional, después de siete décadas de bipartidismo; en contra flecha de América Latina, que marcha hacia la dirección contraria, e ideológicamente muy próximo a los regímenes que están por exhalar su último suspiro, como los de Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros que han sumido a sus pueblos en la pobreza, la corrupción, la violencia y el narcotráfico.
Sin embargo, haciéndonos eco de la ley del magnetismo que nos dice que los polos iguales se repelen, mientras los opuestos se atraen, y teniendo en cuenta que la obsesión mexicana es Estados Unidos, un populista de derecha como es catalogado Donald Trump y este populista de izquierda, podrían atraer sus intereses y, quién sabe, lograr un acercamiento mayor al que existió hasta la fecha. De hecho, sin siquiera conocerse los resultados definitivos del escrutinio electoral, Trump aseguró estar deseoso de trabajar con López Obrador y, en su primer discurso, éste devolvió el cumplido asegurando que buscará una relación de amistad y cooperación con USA. Posterior a estos señalamientos, ambos populistas se trabaron en una conversación telefónica de más de media hora, que dio por sentada la excelente relación entre ambos.
Pese a su discurso expresado con una fuerte retórica populista, donde no pudo faltar la manida frase del “proceso de cambio”, esperamos que el inicio de su mandato no se caracterice por la gastada receta castrochavista de la “reforma constitucional”; las demagógicas medidas económicas en contra de la libre empresa y la iniciativa privada; la confiscación de bienes y las infaltables promesas de austeridad sin lujos, que esperemos no terminen en un suntuoso edificio erigido en plena Plaza del Zócalo y finalmente, el clamor desesperado por ir a la reelección, una figura prohibida por la constitución mexicana, que lo expondría a que: ¡México le diga NO!
En lo que a la violencia se refiere, si algo se recordará de esta campaña electoral que le dio el triunfo a López Obrador es haber sido la más sangrienta de la historia de México, con al menos una centena y media de políticos asesinados, de los cuales 60 eran precandidatos y/o candidatos, en medio de una ola de crímenes, que en promedio llega a un muerto cada tres días.
Sin embargo, de todas las promesas emitidas por el flamante presidente mexicano, creemos que aquella de observar una gestión de absoluta honradez, donde no tengan cabida la corrupción y el narcotráfico, lacras que están destruyendo a muchos países del continente, será suficiente para garantizar su deseo de pasar a la historia como un buen mandatario y no aquel que nos haga gritar: ¡Paren la corrupción, que nos queremos bajar!
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |