Los hechos han demostrado que el registro de vendedores dispuesto por la Alcaldía no ha realizado su objetivo de regularizar esa actividad y poner coto a la invasión de comerciantes indocumentados, en vista de que, contradictoriamente, la Alcaldía sigue autorizando su aparición en calles y plazas, pues de otro modo no se explica que cada día se instale nuevos puestos, a un nivel que ha llegado ya a la saturación.
Por ejemplo, en menos de media cuadra de la calle Loayza hasta la sede de esta casa periodística, aparecieron en los últimos días de junio por lo menos 3 a 4 puestos nuevos, sumando unos 20 solo en la acera derecha de esta primera cuadra. Lo propio ocurre en la también primera cuadra de la calle Ayacucho, a pocos pasos de la Alcaldía Municipal.
Las aceras vienen siendo expropiadas por estos comerciantes e inclusive ocupan las calzadas en muchas vías. Semejante apropiación no permite una fluida circulación de peatones, los que tienen que transitar por un estrecho cordón entre las aceras ocupadas y el tránsito de vehículos, además de la sorpresiva aparición de la plaga de motocicletas, es decir, sorteando toda esta serie de riesgos sin que ninguna autoridad vigile el abuso. La circulación peatonal por los indicados cordones es visible desde la Plaza del Estudiante, Prado, Mariscal Santa Cruz, Montes y hasta la Autopista.
La plaza Murillo ofrece otro deprimente espectáculo provinciano o pueblerino, en especial en 3 de sus frentes, con excepción relativa de la acera del Palacio de Gobierno. La multiplicación de puestos de comerciantes y ambulantes (buhoneros) crece a diario al interior como alrededor de la misma. La Alcaldía debe respeto a este principal centro donde radican 2 de los 3 poderes del Estado, pero por esto parece que no perteneciera a su jurisdicción. Insistimos en la urgencia de una vigilancia permanente a este centro histórico a cargo de la conformista Intendencia y de la guardia edilicia.
La prensa informó –como novedad- que 25 guardias de la Intendencia efectuaban “operativos” en las calles Rodríguez, General Gonzales, Buenos Aires, Max Paredes, León de la Barra, Vita, Manco Kapac, etc., etc., para controlar la ocupación desmedida de este comercio, seguramente sin resultados. Es criticable que la Alcaldía destaque un número tan exiguo a controlar el inmenso mercado persa que hoy es La Paz, lamentablemente, mientras la burocracia edil ronda o supera los 10.000 empleados, muchos sin funciones específicas aparentes.
Es hora de que ante esta actividad desordenada de comercio, se imponga una súper vigilancia desde la cúpula municipal porque la Intendencia y la Dirección de Mercados y Comercio en Vías Públicas no muestran efectividad.
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