En la estructura de organización de la Iglesia Católica, los cardenales componen el Sacro Colegio Cardenalicio, colectivo de prelados que son los concejeros del Papa en los asuntos graves del gobierno de esa Iglesia; asimismo conforman el cónclave para la elección del Sumo Pontífice (siempre que no sean eméritos), son designados por el Papa como máxima autoridad de la Iglesia Católica y residen en los diversos países que tienen esta prelatura.
Los cardenales son considerados los “príncipes de la Iglesia” siguiendo la tradición monárquica y su investidura es honorífica, es decir que no tienen competencias específicas y su autoridad reviste más bien un carácter simbólico, como allegados al máximo Pontífice.
Hasta hace algunos años fueron alrededor de 70, la mayoría italianos, pero en 1945 el Papa Pío llenó 32 vacantes y los italianos quedaron en minoría. Su número fue aumentando en función a los requerimientos de la Iglesia.
En nuestro país el primer Cardenal designado fue monseñor Maurer, de origen alemán, que se estableció en la ciudad de Sucre, el segundo fue monseñor Terrazas, de reconocido prestigio y autoridad moral, que se estableció en la ciudad de Santa Cruz. Ahora el Papa Francisco ha designado como Cardenal al obispo emérito (retirado) Toribio Porco Ticona, que estuvo en la prelatura de Corocoro, muy poco conocido, pero de origen indígena.
El nombramiento del nuevo Cardenal boliviano nos llenó de alegría a los millones de fieles de la Iglesia fundada por Pedro, y en sus primeras declaraciones el Obispo emérito hizo referencia crítica a los excesos del poder, como la construcción de palacios, como el presidencial, cuando existen en la país necesidades apremiantes como salud, educación, justicia, etc. Sin embargo luego de sus entrevistas con el presidente candidato que nos gobierna por dos sexenios, cambió de opinión, dando la impresión de que su amigo presidente no era criticable.
El presidente del Estado Plurinacional prontamente declaró su satisfacción por el origen indígena del nuevo Cardenal y se trasladó a Roma para la investidura del prelado, olvidando el carácter “laico” del Estado y sus diferencias con la Iglesia Católica representada por sus autoridades, a las que incluso las denominó: “sindicato de opositores”.
Es que la Iglesia Católica, que tiene como máxima autoridad a la jerarquía eclesiástica reunida en la Conferencia Episcopal Boliviana, en estos años ha pronunciado diversas críticas a los excesos del poder del régimen populista, atendiendo a las demandas y opinión de la mayoría de los ciudadanos, y en especial en temas como el del aborto, la diversidad sexual, el respeto a la voluntad del pueblo expresada en el voto del 21F y otros temas diversos, a los que el gobierno refutó con frases como: “deben dedicarse a rezar y no hacer política”, como si los miembros de la iglesia de Cristo no viviéramos en una sociedad organizada en Estado, pues todos los asuntos que tienen que ver con el Estado, son políticos.
El secretario General Adjunto de la Conferencia Episcopal Boliviana, José Fuentes, señaló a propósito de las declaraciones presidenciales, que: “El Cardenal Toribio Ticona no puede ser secuestrado por la ideología indigenista, pues debe estar al servicio de todos y no de una ideología que tiene visos de exclusión” (EL DIARIO 01.07.18), más aún, que contiene ciertos rasgos de “racismo”, al proclamar en boca de los actuales gobernantes, de ser un grupo social, el indígena (no decimos raza) superior a los demás, ser la “reserva moral del mundo”, cuando todos sabemos que la gran mayoría de los bolivianos somos “mestizos”.
Lo dijimos en una anterior nota en estas mismas páginas, todas las acciones, obras, políticas, declaraciones del régimen de gobierno actual, responden a fines electorales desde hace 12 años, no importan las incoherencias o contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace.
El presidente y vicepresidente, que se han declarado de ideología marxista-comunista, no deberían profesar ninguna religión, pues esa corriente de pensamiento es materialista, pues considera que hasta el pensamiento es una expresión de la materia altamente desarrollada.
El nuevo Cardenal parece estar navegando en aguas turbulentas, entre los demonios de la política y los ángeles de la Iglesia.
El autor es abogado y politólogo.
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