Una verdad histórica dolorosa

Los mayores, que hicieron posible la fundación de este jirón patrio, nos legaron un país rico en recursos naturales, renovables y no renovables, sobre un amplio y extenso territorio, cuando transcurría el año 1825. Fue un acontecimiento histórico que despertó la codicia de quienes decían ser nuestros “hermanos”, particularmente, en Sudamérica.

Asimismo nos legaron un destino adverso, por cuanto la ingobernabilidad, como la maldición proveniente de quienes se opusieron férreamente al proyecto emancipador, hizo de Bolivia una nación sin norte, en sus objetivos de lograr días mejores. Ello ocurrió siempre.

De esta situación se aprovecharon las potencias para hincar sus garras desmembradoras, en las regiones más productivas del territorio nacional, casi desde el momento mismo que Bolivia surgiera a la vida independiente, republicana y soberana. Hecho que se tradujo en acciones de carácter expansionista y saqueador.

Ahí tenemos el caso de la mina de Chuquicamata, o sea el cobre, que nos arrebató Chile, por ejemplo, aquel aciago 1879. Recurso cuprífero que adquirió un papel decisivo para el desarrollo económico del vecino.

“El cobre es factor principal en la estabilidad de la economía chilena y por ser el mayor contribuyente de moneda extranjera es, también, pieza vital para liberarla de su vulnerabilidad a través del proceso de desarrollo económico”, sostiene el economista chileno Aníbal Pinto S.C. en su obra “Hacia nuestra independencia económica”. Ésta fue publicada por Editorial del Pacífico S.A., en Santiago de Chile, en fecha 30 de junio de 1953. Véase, por si haya duda, la página 170 de dicho texto.

“Hay algunos que estiman que el cobre repetirá, a no muy largo plazo, la historia del salitre. Otros, en cambio, imaginan que el metal representa un acervo que dará frutos enormes y por larguísimo tiempo a nuestro país”, agrega, en la página 188.

Esta apreciación se originó hace más o menos 64 años. Estamos hablando, prácticamente, de la década del 50, del Siglo XX. Una década que fue marcada internamente por las transformaciones socio – políticas y económico – culturales asumidas por la Revolución Nacional. Y pese el transcurso del tiempo, el cobre boliviano continúa siendo la columna vertebral de la economía chilena. Pues aún “dará frutos enormes y por larguísimo tiempo”, a favor del usurpador.

Chile, sin el cobre, no hubiera logrado insertarse entre las naciones desarrolladas del mundo. Actualmente se pavonea, gracias a ese recurso mineralógico, en medio de ellas.

Es suma: he ahí una verdad histórica que es dolorosa.