Daniel Herrera Tito
El conflicto ocasionado por la UPEA, al pedir mayores recursos al gobierno nacional para su presupuesto, ha generado una serie de observaciones por parte de la ciudadanía boliviana, respecto al rol de las universidades en su forma de administrarse con su autonomía.
Esto nos hace pensar en los malos caminos que vamos recorriendo en materia de educación superior; la sociedad boliviana ya va realizando sus propias conjeturas al respecto, por lo cual manifiestan que ya llegó la hora de cambiar la institucionalidad de las autonomías con una responsabilidad más directa por parte del Estado boliviano y forjar una nueva institucionalidad universitaria, acorde a los actuales tiempos.
Cabe señalar y se sabe además que las políticas educativas para el gobierno no se encuentran entre sus prioridades. Aunque no es nuestra intención causar alguna susceptibilidad, no estamos yendo precisamente por los caminos correctos en materia de educación superior; las 11 universidades públicas registradas apenas aparecen en los últimos lugares de la tabla de las mejores universidades en el mundo. La situación de las universidades privadas es todavía más caótica, sin control gubernamental en lo que a calidad educativa se refiere.
Respecto a la UPEA (Universidad Pública de El Alto) debe ingresar a una tarea de reingeniería, porque hay muchos aspectos que corregir, según el CEUB (Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana), en palabras de Dr. Lucio Álvarez; esta ex autoridad ejecutiva nacional dio a conocer a los medios, los errores en que se viene incurriendo, que van desde los referidos a deficientes manejos administrativo financieros, de los cuales el gobierno nacional ni siquiera se había dado cuenta hasta ahora, solo se dedicó a reprimir cuando estallaba el conflicto, ocasionando la muerte de un joven estudiante en las refriegas policiales y ofrecer siete millones de bolivianos para cubrir déficits de la universidad alteña. Lo que sucede, es que se precisa necesariamente auditorías confiables y gastar eficientemente los recursos que se tiene.
Más que refundar la UPEA, habría que pensar estructuralmente en un cambio profundo de la universidad boliviana, de una administración con autonomía universitaria, hacia acciones más gerenciales y no tanto políticas. Sucede, por ejemplo, que algunos personajes utilizan y acceden a alguna rectoría para fines no realmente académicos.
La autonomía universitaria ya se va quedando con un vacío ideológico, con la que una vez iniciara sus actividades, en torno a las luchas populares históricas de las esferas latinoamericanas, con un compromiso social importante.
Cuando ya, en el mundo actual, la educación se mueve velozmente hacia otros sentidos, en búsqueda del bienestar humano sobre la base de la ciencia y tecnología, los que van ligados a la modernidad, con actores más productivos; la universidad debe considerar el cambio de una vida institucional universitaria caduca, hacia otra con mayor compromiso directo del Estado, para lograr mejores resultados de progreso humano en nuestro país.
El autor es presidente de NACE ¡somos Bolivia!
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