Bolivia registra el más alto índice de informalidad en Sudamérica y está situada muy por encima del promedio latinoamericano. De acuerdo con estimaciones recientes, la población ocupada en el mercado informal estaba en torno a 80 por ciento e incluso bordeando 10 puntos porcentuales por encima, señaló la Fundación Milenio.
Datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) también confirmaron esa apreciación, ya que en trabajo formal ocupa el puesto 10 de países de la región, pero en informal escala posiciones hasta llegar al tercer lugar.
El fenómeno de la economía informal en Bolivia tiene connotaciones ambiguas. Es indudable la capacidad de la economía informal para absorber la fuerza de trabajo que no encuentra ocupación en el sector formal de la economía.
Esto explica, por ejemplo, que las tasas de desocupación en Bolivia (de alrededor del 3 por ciento, en los últimos tres años) sean inferiores a las que se observan en otros países de la región.
Además, la economía informal ha mostrado gran dinamismo laboral y de ingresos de trabajadores menos calificados, en un contexto de altos precios externos y crecimiento rápido de la economía boliviana –como se dio hasta principios de la década actual–, lo que también se tradujo en disminución de pobreza y desigualdad social.
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