Desde hace tiempo hubo el anhelo regional de unificar a los países sudamericanos, de ahí que para concretarlo fue creada hace 10 años la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Deplorablemente, pese a haberse dado los primeros pasos para tal efecto, la iniciativa quedó frustrada por la falta de una mayor comprensión acerca de lo que pudo ser.
La idea era crear un bloque poderoso de 12 naciones del área, como un mecanismo eficiente destinado a desarrollar propuestas y programas de integración, con lo que la integración podía constituirse en una especie de continente, mucho más práctico y efectivo que aquellas naciones que disponen de grandes espacios geográficos, pero que por sí solas no pueden conseguir mayores logros.
En cambio, Unasur, con 12 gobernantes que se habrían constituido en una central de poder, pudo haber tenido mayor capacidad de administración y, consiguientemente, de promover acelerado desarrollo y progreso conjunto, al intercambiar sus posibilidades y capacidades en beneficio de todos sus integrantes, superando las limitaciones de unidades individuales dispersas, como sucede actualmente.
A tiempo de optarse por la disolución de Unasur, han emergido imprevistas controversias políticas. Pero algo más grave aún. A pesar de haber sido concertado el surgimiento de una región unificada, ahora resulta que en su interior subsistían las disidencias políticas, que tanto daño causan individualmente a cada uno de los países a unificarse.
Lamentablemente, el Gobierno de Bolivia causaba malestar, por su política populista. Esto quedó demostrado cuando al país le correspondió asumir la presidencia temporal del bloque internacional.
En abril pasado fueron puestas en evidencia las discrepancias políticas internas. Nada menos que seis de los 12 países componentes del bloque optaron por abandonarlo. En efecto, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú resolvieron no participar en la primera reunión convocada por la presidencia a cargo de Bolivia. Pasados tres meses de ocupar tal posición, efectivamente dichos países concretaron su retiro del grupo, al no asistir a la convocatoria que se les dirigió para sostener una reunión.
Corresponde anotar, sin embargo, que no fue un desaire a Bolivia, sino una forma de demostrar su desacuerdo con la política populista que se aplica en el país, bajo la conducción de Evo Morales.
En perspectiva, empero, no existe ya posibilidad de conservar el pacto de Unasur. Los países mencionados han dado pasos para liquidarla. Prueba de ello la dio el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, quien solicitó que se le devuelva la edificación que se había construido en su país para que sea la sede de Unasur.
Dicho mandatario ha sido muy claro al respecto, al expresar que a la sede de Unasur, que se había construido en su país, había que darle otro destino. Moreno declaró a la prensa que “Es absurdo que un edificio que cuesta varios millones de dólares esté sin ninguna utilidad”. Luego anunció que será entregado al movimiento indígena, para que allí funcione la sede de la Universidad Pluricultural de las nacionalidades y pueblos Amawtay Wasi”.
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