Los resultados de la reciente elección presidencial en México, dieron la victoria a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), líder de la agrupación política de izquierda Morena (Movimiento Regeneración Nacional).
AMLO hereda un país extenso y variado, con salida a los océanos Pacífico y Atlántico, noveno productor mundial de petróleo, una población de 128 millones de habitantes, de los cuales 54.3 millones viven en condiciones de pobreza, a eso se suma la alta tasa de inseguridad ciudadana producto de la presencia del narcotráfico que es origen de otros males como el secuestro, el asesinato, la extorsión y la corrupción, casi institucionalizada toda en su estructura burocrática.
Si bien a primera vista parecía que AMLO podría cerrar filas en el socialismo del Siglo XXI, quizá haciéndose cargo de llenar la billetera que Hugo Chávez, primero, y Nicolás Maduro, después, se encargaran de vaciar; un detenido análisis de sus palabras ya como presidente electo de México, no dejan la menor duda que practicará el “socialismo pragmático”.
Esto que parece un disparate ideológico, es en realidad similar a navegar por los mares del discurso con bandera roja, pero atracando en puertos de libre mercado. Ya Chile con Michelle Bachellet, dio una muestra clara que primero los intereses nacionales y luego también.
Parece que las experiencias de la izquierda latinoamericana (Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina y Bolivia) están pereciendo en el mismo lugar que yace el sueño bolchevique, en el campo santo de la simple relación entre oferta y demanda y cubiertas por un sudario de corrupción.
El autor es expresidente de la Asociación de Periodistas de La Paz.
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