Muchas veces la comunidad paceña ha criticado al alcalde por su vocación por el “enanismo”, por mostrarse conjuntamente sus colaboradores entendidos en vegetación, parques y plazas, como enemigos y contrarios a los árboles, a las áreas verdes. Se le ha sugerido que evite el derribe indiscriminado de árboles en avenidas y parques; se le ha sugerido que, en vez de reemplazar a hermosos árboles, con arbustos enanos de menos de un metro, plante nueva arboleda, que llene plazas y avenidas con árboles que tengan enormes ramajes.
Toda sugestión o sugerencia, todo pedido y toda crítica no han sido tomados en cuenta por el municipio y la destrucción o matanza de árboles ha continuado y un ejemplo es el caso de la plaza de Obrajes (plaza de la Loba) que tenía árboles muy grandes y frondosos que le daban un aspecto interesante y bello a esa plaza; sus troncos, grandes y gruesos debido al tiempo, contenían los vientos y daban la sensación de cuidar el sistema ecológico; pero más pudo la inquina municipal que la necesidad de cuidarlos y mantenerlos incólumes.
Esa arboleda -quedando un par de ejemplares- ha sido reemplazada por “arbustos enanos” que afean la plaza, que no dan algún cobijo a quien ingresa en ese lugar; son conjunto de ramas que no implican tener alguna belleza y están expuestos a que “hasta los perros” se ensañen con ellos. ¿Qué pensaron el alcalde y los especialistas en jardinería y forestación? Algo de estética en plazas y jardines debieron poner en práctica; pero en vez de construir y adornar, de crear belleza y áreas verdes, han destruido y logrado “fantasmas” de plantas que no le hacen bien a Obrajes, región que puede ser arbolada o plena de árboles.
Al revisar avenidas como la Costanera, partiendo de la calle 25 rumbo a Cota Cota, se encuentra que en la parte central de la avenida se pudo plantar árboles y se cubrió esas “jardineras” con arbustos enanos que afean todo. La esperanza de la zona sur radicaba en que, finalmente, habría preocupación por plantar árboles, cuidarlos y mantenerlos altos y frondosos; pero los equívocos llegaron a donde se ve y lastima el sentido estético de cualquier vecino.
La Paz, ciudad bella como pocas, merece ser tratada con respeto y consideración y no puede estar expuesta a gustos limitados de autoridades o especialistas en vegetación que lo destruyen todo y lo poco que hay en avenidas y parques lo trozan, lo afean y le quitan la posibilidad de crecer, desde las troncas, ramas nuevas con hojas. Triste y lamentable es lo que se hace con la ciudad de La Paz, que por lo que se dice sobre “tenerle cariño y respeto” más bien se la destruye en lo más bello que podría tener: arboledas y espacios verdes.
La Paz merece, en toda forma, atención y servicios de primera clase; pero, en todo caso, no se la debe afear quitándole lo mejor que podría tener, como árboles que ayuden al medio ambiente y sean oxigenadores para la población.
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