Mil palabras
Ramón Grimalt
El general Agustín Moreno, subcomandante de la Policía Boliviana, está haciendo buena letra con el Gobierno. Por si acaso ha aclarado que la Policía no intervendrá si las manifestaciones en defensa del voto ciudadano expresado en las urnas el 21 de febrero de 2016, no alteran el orden público. Ahora, vaya usted a saber lo que el general entiende por “orden público”, cuando hasta la fecha y salvo algún que otro desmadrado en Santa Cruz, todas las expresiones se enmarcan en un comportamiento cívico ejemplar, como por ejemplo sucedió en Tarija en al menos dos oportunidades que fui testigo. Pero, claro, es mejor advertir por si acaso y ahí el subcomandante hace su trabajo, no sea que el ministro de Gobierno, Carlos Romero, le jale de las orejas y lo releve del cargo que ocupa, ostenta y ejerce.
Bueno, pues resulta que el artículo 21 de la Constitución garantiza la libertad de cada ciudadano de expresar y difundir en plena libertad pensamientos y opiniones, como lo hicieron los activistas del 21-F durante el desfile de teas el 16 de Julio en La Paz, portando incluso pancartas para recordarle al presidente Evo Morales que Bolivia dijo NO. Por supuesto, desde el Movimiento Al Socialismo (MAS) se minimiza las protestas y se acusa a la rancia derecha boliviana de estar tras las bambalinas de las plataformas que únicamente piden que se respete su sufragio. Pero como al final va a ser que no, los activistas deben pensar en otro tipo de estrategia para enfrentar a Morales y compañía en las urnas el año que viene. Será difícil sin una candidatura clara, como ya escribí en esta columna, entendiendo que el expresidente Carlos Mesa ya tiene bastantes aprietos para defenderse de los entretelones del complejo caso Quiborax. Tampoco se perfila ninguna de las figuras de la trasnochada “clase política” nacional (gracias a Dios por ello). Lo grave para lo que queda de nuestra institucionalidad democrática es que tampoco surge alguien con la suficiente capacidad de liderazgo para enarbolar una bandera que pueda sembrar dudas en el masismo más recalcitrante que ya se siente ganador de los comicios antes de entrar en la cancha.
Ante este panorama, pues qué quiere usted que le diga, tendremos Evo para rato. Será él y no otro quien reciba a la Bolivia del bicentenario y se consolidará como el presidente de más larga gestión en nuestra historia de modo consecutivo. Su mérito, sin lugar a dudas, la estabilidad económica y una sociedad mucho más plural y equitativa en términos de conquista de derechos civiles. En detrimento, la política de la imposición, el acoso y derribo de líderes políticos opositores, el control de los medios de comunicación por la vía del condicionamiento a una línea política, el absolutismo como carta de presentación y el menoscabo de cualquier tipo de librepensamiento que no comulgue con el progresismo. Por supuesto, le toca a usted poner los pesos y contrapesos en una balanza y tomar una decisión cuando sea convocado a ejercer su derecho soberano a participar de la democracia. Será la oportunidad del público orden.
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