Víctor Hugo Soria Morón
Sobre todo cuando los hijos están en la etapa de adolescencia, uno no debe sorprenderse si son ellos quienes nos reprochan por actitudes que contienen actos de violencia. Después de ser capacitados en las unidades educativas, es importante aceptar en el núcleo familiar que los hijos pueden ser los mejores re-conductores del entendimiento.
Es importante que ellos (hijos e hijas) sean tomados en cuenta en la hora de lograr mejores resultados en la convivencia de una familia, más aún cuando existe el riesgo de que sean quienes reproduzcan la violencia en su vida de adultos, si en determinado momento no lograron recibir proceso de capacitación para evitar conductas violentas.
En algunas instancias de investigación existe una categoría de delito identificada como violencia familiar o doméstica, cuando la misma no debiera ser considerada “doméstica”, porque se trata de un hecho que a futuro puede convertirse en una problemática social que defina las relaciones humanas de una sociedad.
La violencia dentro de la familia desde la gestión 2013 ocupa los mayores índices. Tal aspecto demuestra que los grados de la violencia generada en sociedad, surgen desde la familia, afectando las propias estructuras del desarrollo de un país. En ese entendido es imprescindible que las nuevas generaciones y las familias jóvenes reciban una mayor atención para prevenir conductas de violencia.
De acuerdo con datos semestrales, en 2013 se reportó 4.570 denuncias de violencia dentro de la familia, en 2014 fueron 8.265 casos, en 2015 se tuvo 11.526, en 2016 hubo 9.288 hechos y en 2017 fueron 7.992. En ese mismo tiempo, en la presente gestión se recabó 3.386 denuncias, lo que representa 136% menos que la pasada gestión, factor que incidirá en el tipo de familia y sociedad que se pretenda lograr como país.
En gran parte los actos de violencia que surgen dentro de una familia afectan en mayor medida a hijos e hijas, futuros seres sociales, productivos y propositivos en el país, quienes deberían tener garantizada la estabilidad emocional y mental para poder responder a los diferentes desafíos que enfrentan en su desarrollo.
La doctora en psicología Rosario Larrea identifica que existen construcciones de una “sociedad psicopática”, por el alto índice criminal y de violencia que se cultiva desde la familia.
Por la variedad de tipos de familia que se va estructurando en el nuevo siglo, es importante saber que las nuevas generaciones deben construir niveles de diálogo, comprensión y propuesta frente a hechos de violencia. Tal tema debe ser incluido en los nuevos programas educativos, en caso contrario será mayor el riesgo de que vivamos en una “sociedad psicopática”.
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