Víctor Hugo Rodríguez Tórrez
Tras Rusia 2018, gran parte del planeta retomó su cotidianidad. Adormecida por el fútbol durante un mes, sus multitudes creyeron aislarse de problemas irresueltos en estos tiempos difíciles. Millones se embobaron con pronósticos fallidos y decepciones masivas, mientras “la Francé” festejaba su Copa del Mundo. Entretanto, la insensible realidad siguió haciendo de las suyas en economía, política, injusticia, desempleo, inseguridad total. Molicie, humillaciones y amnesia sobre la humanidad, concretamente América Latina. La profética “perplejidad” Bíblica…
Nuestro continente fracasó en el Mundial. No fascinó con su otrora glorioso balompié.
Las selecciones favoritas y sus “estrellas” fueron borradas de la faz de las canchas por contendores europeos logísticamente mejor preparados, sin alharacas, ni estridencias irritantes. En dicho espectro, también “brillaron” algunos árbitros, esmerados en imponer sobretiempos para forzar goles de conveniencia para los “grandes”. En lo suyo, sacaron partido relatores, analistas, sabihondos, aquellos asomados al fútbol y quienes viven de él, “estrategas” más geniales que los propios DT.
La transesférica mundial a la que no tocan arsenales nucleares ni ejércitos poderosos, parapetada como la invencible empresa, no admite las narizotas de los estados en sus dominios jurídicos de Derecho Privado. Embolsa recaudaciones siderales provenientes del “fair play money” que emanan de bolsillos de ricos, pobres y miserables. Endiosa a renombrados futbolistas, vendidos –cual esclavos modernos- a equipos también financieramente cuantiosos.
En su geopolítica del balón global, la supra patrimonial del fútbol desembarca, invade y ocupa “deportivamente” sus planisferios terrestres/ultramarinos. Advierte: “Allá donde haya una cancha, ¡allí está la FIFA”! y amén.
El poder mundial con el cuento chino de “luchar” contra el tráfico de drogas, armas, mujeres/niñez, divisas, delitos informáticos, financieros, tecnológicos, parece hacer la vista gorda ante enigmáticos movimientos transcomerciales, en las intocables industrias de cine, televisión y publicidad. Importan-exportan, compran-venden, prestan-recuperan a iconos artísticos, cantantes, deportistas, ases diversos. Enjuagues políticos/empresariales, tránsfugos, “operados” corporativamente. Dirían “al demonio la pobreza y la miseria, no es problema nuestro”.
¿Qué tiene que ver el fútbol con América Latina, ahora llamada Lachina, por la invasión comercial, financista, tecnológica y migratoria de aquella potencia a nuestros suelos?
El subcontinente experimenta rezago en factores determinantes que empantanan sus esfuerzos hacia metas superiores. Desde los grandes bloques mundiales donde no tiene pisada, voz ni voto, América del Sur aún se halla en lista de espera. Esto le depara atraso, postergación, desintegración, agudas crisis políticas, duros embates económicos, traspiés financieros críticos, endeudamientos impagables y afrentas a su dignidad y decoro.
América Latina no es mencionada ni tomada en cuenta en los relevantes temas universales que hacen a la seguridad, compartimiento y complementación que favorezcan a su desarrollo democrático, socio humano, económico, cultural para millones de desesperados, ávidos de mayores oportunidades y mejores días para hoy y “mañana”.
Desde aquellos ámbitos que dirimen el destino planetario, por ejemplo, prescinden mencionar a Latinoamérica en discursos oficiales, en cumbres intercontinentales, o cuando algún mandatario de nivel mundial asume su cargo. Manejan temas asiáticos, europeos, africanos, oceánicos, pero, “tradicionalmente”, sólo apetecen los recursos naturales suramericanos.
Displicencia global hacia este lado estratégico-austral del globo, “agarrado” a patadas por las superpotencias (a “chutazos” en Bolivia). Nuestras tierras –felizmente- no producen guerras ni situaciones electrizantes desencadenadas desde mundos de primera…
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