Viaja del silencio a la pasión
Veracruz (México).- En el escenario, el rostro adusto de Mateo mira fijamente a la nada, coloca sus diminutas manos en el piano y el silencio envuelve su mundo para empezar a tocar una sonata de Ludwig van Beethoven.
"A veces no escucho al público, me meto en la música y en mi mente empiezo a pensar historias que se relacionen con lo que estoy tocando", dice a Efe Mateo González Tamariz, de 12 años, antes de ofrecer un concierto en el Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo de México.
PROMOCIÓN MUSICAL
Mateo es uno de los alumnos destacados de "Las Notas de Guido", un programa permanente de promoción musical, y del Instituto Superior de Música del estado mexicano de Veracruz.
Sus dedos se mueven a una gran velocidad por el piano de la marcha Steinway, y con una ejecución pareja y diáfana, los sonidos del "Grave; allegro di molto e con brio", evocan sentimientos de dolor y luz. Mientras mueve la cabeza de un lado a otro, surge "Adagio cantabile" y "Rondó Allegro".
Sus emociones van aparejadas a la obra de su predilección, porque -dice- es muy contrastante y Beethoven mostraba su miedo a quedarse sordo. "Una obra muy bella por ese miedo que le produce perder lo más bello", relata.
"Tiene un talento que abarca lo necesario para ser un gran músico; estamos hablando de un virtuosismo que tiene que ver con energía, fuerza, velocidad y que tiene que ver con dulzura, comunicación y arte", dice su maestra Luisa González Pardo, presidenta del festival Las Notas de Guido.
DESDE MUY PEQUEÑO
Con cientos de conciertos a cuestas, la profesora resalta que "Mateo puede ser Mateo. No necesita referencias. Tiene su personalidad, desde el primer momento que se escucha a Mateo se escucha a un Mateo y puede ser en un futuro un Mateo".
Fue a los siete años cuando Mateo tocó las teclas de un piano, ese que su madre Elisa Tamariz Domínguez usó durante siete años en su niñez al lado de su abuela.
"Fue curioso", explica su madre, hoy una investigadora universitaria.
Mateo fue atraído por el instrumento y empezó a tocar y a sacar partituras solito "y en seis meses adelantó lo que yo en cinco años", confiesa la madre con una sonrisa de por medio.
Tras cinco años de aquella "sensación extraña" por tocar el instrumento, Mateo define a la música como "un estilo de vida" que lo ha llevado a ganar el III Concurso Nacional de Interpretación Musical Las Notas de Guido y al segundo lugar del II Concurso Nacional Infantil de Piano-Cedros Yamaha.
"Los sonidos del piano son muy bellos, espectaculares, puedes hacer un sonido de lo más tenue a lo más fuerte", afirma Mateo.
PREFERENCIAS
El niño pianista ha participado en recitales en la Universidad Veracruzana, en el Museo de Antropología de Xalapa y en el Festival Internacional de Piano de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En esta etapa de su vida musical, otra de sus obras favoritas es "El rincón de los niños" del compositor francés Claude Debussy y, de las seis piezas con que cuenta, ama los sonidos de "Doctor Gradus ad Parnassum" y de "Golliwogg's Cakewalk". (EFE)
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