Con mucho pesar debemos admitir que Bolivia se está quedando muy rezagada en la utilización de los nuevos recursos que proporcionan las nuevas tecnologías, acerca de las cuales todos los países de la región están impulsando su mayor desarrollo y progreso.
De ahí que se justifica plenamente que los productores agrícolas demanden que el Gobierno tome conciencia sobre la necesidad de desarrollar en el país todos los recursos de la tecnología.
Al respecto, la administración actual virtualmente nada hace al respecto, pues el principal requisito es que el Estado adquiera los equipos necesarios para inducir al sector privado a que aproveche las ventajas que se puede obtener con el empleo de estos modernos recursos.
Pero no sólo ello, sino comprarlos en cantidades para que sus precios sean más bajos y, en una primera instancia, distribuirlos entre los productores, para que éstos adquieran experiencia sobre su empleo y constaten, a la vez, que pueden lograr avances sustantivos en las áreas de producción.
Inicialmente, se tendría que desarrollar un programa oficial para que demuestre sus posibilidades y luego facilitar la importación de los equipos respectivos. Ello puede aplicarse a través de la instalación de centros tecnológicos de apoyo y luego proporcionar créditos sin intereses ni impuestos para que el sector privado tenga mayores posibilidades de tener a su alcance los nuevos medios tecnológicos.
Al presente, se avanzó tanto en la producción de las nuevas tecnologías que se ha procedido inclusive a miniaturizarlas, para hacerlas más accesibles por sus costos y perspectivas de uso generalizado.
Las publicaciones que se difunde al respecto y que están en los quioscos de venta de revistas y diarios en la ciudad abundan, con precios muy modestos, lo que permite apreciar cuánto avanzó el mundo en esta materia.
“Correo Semanal”, por ejemplo, expone en su número 2, al costo de Bs 10, que la miniaturización facilita en mayor medida su acceso a ellos. Al respecto, dice que “la nanotecnología, que ocupa a físicos, químicos, biólogos, ingenieros electrónicos y abogados, trata acerca de objetos artificiales muy pequeños, más pequeños que cien nanómetros.
Se ilustra que un nanómetro es la millonésima parte de un metro. Y luego expone que “los nano-objetos van a provocar cambios mayúsculos en nuestras vidas individuales, en la de la especie humana, en la de la biósfera y hasta en la definición de qué es vida y qué no es”.
En Bolivia, los organismos oficiales y los centros privados no se ocupan de difundir la valía de estos cambios que se están produciendo en la sociedad moderna.
Por estas circunstancias, se desconoce que los nano-objetos resolverán problemas hoy irreductibles, “como el devolver la vista a los ciegos, y probablemente van a producir otras novedades hoy inimaginables, como puede ser con la contaminación de las nanopartículas”.
Popularmente suele decirse que “nunca es tarde”, entonces si aplicamos esta máxima, es todavía posible que el Estado y las organizaciones de estudio del país reaccionen ante la grave omisión en que están incurriendo, acerca de la dinámica que tienen hoy los avances de las nuevas tecnologías.
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