Los bolivianos debemos sentirnos orgullosos de nuestro folklore, en el que se manifiestan música, danza y disfraces. En los tres aspectos goza de prestigio regional. Puede que, en algunos casos, se exponga una de tales manifestaciones, las tres juntas no. De ahí que el folklore nacional tiene tanta originalidad y belleza que carece de paralelo, por lo menos en lo regional, excepto en Brasil durante sus carnavales.
De comienzo, lo más remarcable es que las sucesivas generaciones de bolivianos no dejan de practicarla y exponerla cada vez con más virtuosidad, lo que determina que nuestro folklore pervivirá mientras exista la nación boliviana.
El segundo aspecto remarcable es su originalidad, porque no se trata de presentar conjuntos de baile que vistan lo mismo y bailen con el ritmo monótono de una sola música. Su valor radica en la variedad de los disfraces y las diferencias en la música que se baila, lo que demuestra la gran riqueza creativa que existe entre los bolivianos, en las entrañas de su cultura popular.
En este plano, es remarcable cómo se varia en la vestimenta, cada vez los disfraces son más llamativos y en la mayor parte de los casos atractivos, lo que hace que siempre se busque la originalidad o por lo menos la novedad, en cada presentación que se hace del folklore nativo.
La juventud asume este rol de siempre dar originalidad a los disfraces y a la música, sin que en el fondo no exprese siempre el mismo sentir y propósito, pero con la variante de diferenciar los disfraces e inclusive la música, lo que demuestra la riqueza inagotable que tiene el arte nativo, que sin duda todos disfrutamos, no siempre participando sino viéndolo y escuchando cada vez más con música renovada. Pero siempre exteriorizando que el folklore nacional no es repetitivo en cada una de sus manifestaciones, sino, por el contrario, es variado y de modo permanente traduce novedad.
La población que no participa de estas expresiones no deja de apreciar sus encantos, de manera que siempre está presente a lo largo de los trayectos que tienen las demostraciones folklóricas. Aunque, en la actualidad, se tiene la posibilidad de apreciarlas desde una cómoda posición en los hogares, viéndolas por la televisión.
Mientras se desarrollan estas demostraciones, el espectáculo que se ofrece es siempre apreciado y aplaudido. La parte negativa de estos acontecimientos artísticos es que tengan, muchas veces, finales ingratos y deplorables. Se trata del consumo excesivo de bebidas alcohólicas, de manera que la fiesta que se ha vivido se torna en borrachera, no exenta de escándalos y hasta de peleas que, desgraciadamente, en algunas ocasiones, arrojan el saldo de heridos y hasta muertos.
Si es para este ingrato final, repudiable desde todo punto de vista, quizás las autoridades respectivas, en cumplimiento de su deber, que es hacer guardar el orden y los buenos comportamientos públicos, tengan que optar por suspender estas manifestaciones artísticas. Y es que para concluir con tales finales deplorables, es mejor que se las suspenda, en aras del orden público, pero principalmente por la seguridad de los participantes.
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