El pueblo boliviano observa desde hace años una danza de miles de millones de dólares dispuesta por las autoridades del Estado Plurinacional, con el agravante de que no han servido para solucionar problemas candentes.
En la historia económica de Bolivia, nunca se vio el gasto de tantos millones de dólares de esa naturaleza. Mientras en los casi 200 años pasados los gobiernos ahorraban al máximo, pues faltaba ingresos hasta para pagar salarios de empleados públicos (debido a los bajos precios de las materias primas), en los dos últimos sexenios (2006-2016), el gobierno tuvo ingresos por más de 32 mil millones de dólares, es decir que recibió y administró enormes sumas, gracias al increíble alza de las cotizaciones de gas, minerales y otros.
Teniendo a disposición esos fondos, se pagó a una firma chilena ¡42 millones de dólares!, pago que pudo ser evitado, prorrateado o cancelado a plazos. Se causó, así, mortal daño a la Nación y en particular a la ética del Estado, encargado de cuidar y administrar con máximo celo los bienes nacionales.
En el caso Quiborax se presenta, además, el pago de casi 2 millones de dólares a abogados foráneos, quienes en vez de defender a Bolivia, hicieron lo contrario. Por si fuera poco, esa decisión se produjo después de una propuesta transaccional de 3 millones de dólares que, de forma sorprendente, fue elevada a 28 millones y finalmente a 42 millones, sin que pueda imaginar por qué se actuó de esa manera.
Con anterioridad al actual régimen, el país no tenía ingresos ni para sobrevivir, por los bajísimos precios de las materias primas, pero en los últimos doce años de bonanza, los 32 mil millones fueron malgastados y se perdió la oportunidad de sacar al país del atraso.
En esa danza de miles de millones de dólares, a título de “proceso de cambio”, se registraron, entre otros, los casos de las barcazas chinas (30 millones de dólares), fracaso de Liquimuni (150 millones), Bulo Bulo (mil millones), indemnizaciones por otras “nacionalizaciones” (mil millones), etc.
En cuanto a la corrupción de funcionarios del Estado con dineros de la nación, la cuestión se torna portentosa como los casos del Fondo Indígena, empresas estatales en quiebra, despilfarro en viajes, propaganda, etc., todo lo cual significa una ostensible danza insólita de miles de millones de dólares y que permite recordar a Maquiavelo, que afirmó: “Hablando con verdad, el medio más seguro para conservar semejantes Estados, es el de arruinarlos”.
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