Con la influencia de maestros como Arturo Borda y Cecilio Guzmán de Rojas, el artista plástico paceño Juan Ignacio Revollo, de 36 años, incursionó en la disciplina del grabado y considera que para lograr un trabajo expresivo se requiere de precisión y mucha paciencia.
“El grabado es una disciplina que requiere de precisión, meticulosidad y mucha paciencia. El contacto que se tiene con los materiales y el rigor que requieren dichas técnicas hacen que el grabado no sólo sea un medio expresivo, sino una manera de ver el mundo”, explica Revollo.
La obra del artista se destaca en el grabado, aunque la muestra recorre también sus diferentes plataformas: xilografía, litografía y calcografía, además de oleos, pinturas con tintas y pasteles secos.
Después de pasar por la carrera de Artes Plásticas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y debido a su fascinación por la tinta, el punto, la línea, Revollo perseguía referencias oníricas de la montaña, el desierto, los bosques y la puna, entre otros.
La técnica del grabado empujó a Revollo en una suerte de alquimia, en la que intervienen varios factores que mimetizan la mano y el cuerpo del artesano con sus materiales.
EXPOSICIÓN
El jueves 9 de agosto Revollo expondrá sus obras denominadas “Al filo de las Rocas”, en la galería de la unidad de postgrado de la Universidad Privada de Bolivia (UPB) en La Paz. La inauguración tendrá lugar a las 19:30 horas, a partir de ello, el público podrá ver entre 25 a 30 trabajos hechos por la destreza de las manos del artista paceño.
El título de la muestra, “Al filo de las rocas”, se presentó en el proceso del dibujo entre tinta y gráfico de Revollo. Es pues el error, el accidente y la espontaneidad que muchas veces sorprenden en la obra del artista.
“Fue por causa de una secuencia de líneas que sugieren las nubes en el cielo y los pliegues de la tierra. De pronto, surgió el reconocimiento de un trayecto recorrido en sueños, diáfano y recortado por los perfiles del horizonte (…); tal contraste, induce a un estado de alerta y a la vez de meditación, así como: caminar, textualmente, al filo de las rocas”, recuerda el artista.
ALTIPLANO POTOSINO
Durante su infancia, Revollo clavaba su mirada en el altiplano potosino, mientras recorría los lugares desde donde provienen sus padres, en la retina del niño se calcaban más que imágenes sino sensaciones. Las formas, luces, pero más que nada los colores, los rojos, los violetas y verdes reflejados en la tierra, son ahora parte fundamental de su obra, que desde los sueños y las vivencias susurran a su memoria.
“Todo Potosí, todos esos caminos recorridos, el contacto con la naturaleza, el campo mismo sin luz. Ese contacto es el pilar de mi obra , porque influyó en mi formación”, indicó.
Su oficio se enmarca en su trabajo dentro del rito del grabado, donde se desarrolla hace más de 15 años con soltura, flexibilidad hacia la pintura, guiñándole el ojo al cine y al teatro desde la dirección del arte y el diseño escenográfico.
SUS MAESTROS
Y aunque en su hoja de vida figura el haber sido parte del equipo de grandes artistas como son Jorge Sanjinés, el fotógrafo Peter Zeitlinger, Ulrich Bergfelder y Werner Herzog, es el encuentro con el paisaje, el territorio -su paso por él- y la experiencia lo que preocupan al artista: el encuentro, quizás, consigo mismo.
En el recorrido físico es donde se encuentra la experiencia vital, lo que genera las sensaciones que Revollo plasma en su grabado, su pintura y su escenografía, así como en sus paletas de colores y en sus propuestas en blanco y negro: “La elegancia y fuerza del blanco y negro es única”, comentó.
“Es la vivencia, es el caminar a través de eso, lo que sucede dentro de uno, lo que te provoca. Luego en el taller es como ritualizarlo, al sacarlo en el proceso sucede eso de volver, volver a leer eso que has asimilado para luego ponerle alguna especie de razón”, resaltó.
INSPIRACIÓN EN GRABADO
Además de los clásicos a los que el artista siempre vuelve como son William Turner o Kandinski, el maestro Max Aruquipa es una inspiración para el grabador paceño.
“Él me presentó al grabado, me enseñó la cocina, es antropólogo y Cocani”, dice Revollo entre risas de complicidad, “Es del lago”, prosigue”, su obra es de protesta y es social totalmente. Es figurativa, pero es expresiva, bien libre y eso no sé, pero admiro y me gusta y lo conozco y creo que es algo bueno haber trabajado con él y ver su espontaneidad, su manera de ser profesor y pensador y reflexionar desde lo aimara y desde lo cholo”, recordó.
TRES ARTES
La plástica, el grabado, la pintura han impulsado a Revollo a dar un salto al cine, la ilustración y el teatro.
Gracias a una invitación de Carlos Piñeiro, Revollo fue parte del equipo de arte de sus tres primeros cortometrajes “Martes de challa” (2008), “Max Jutam” (2010) y “Plato paceño” (2013) y también es el encargado del arte en la ópera prima del realizador paceño, “Sirena”, que se filmó a orillas del lago; además, participó en otros trabajos audiovisuales.
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