Presos que hacen política

En Brasil se está dando un fenómeno que puede ayudar a entender los cambios que llegan en el mundo.

Hay dos personas encerradas en las cárceles brasileñas que están haciendo política activa: Luiz Inácio da Silva y Williams Herbas Camacho, el primero conocido como Lula y el segundo como Marcola.

Lula fue presidente de la República Federativa de Brasil y ahora es candidato del PT para las próximas elecciones, mientras que Marcola es el jefe del Primeiro Comando da Capital (PCC), el cártel del narcotráfico más grande de ese país.

Lula da Silva está preso en la cárcel de Curitiba, donde deberá permanecer doce años y un mes por delitos de corrupción cometidos durante su gobierno.

Marcola, en cambio, fue detenido en 1999 y deberá permanecer en la cárcel presidente Venceslau de Sao Paulo durante 234 años, hasta el año 2233.

Ambos, desde la cárcel, hacen política. El uno aspira a salir en libertad si es elegido presidente y el segundo ejerce su poder desde la cárcel y no necesita salir.

Incluso preso, Lula mantiene el liderazgo sobre su partido, el Partido de los Trabajadores, que lo llevó al poder… y a la corrupción.

Marcola ejerce el poder sobre sus compinches del narcotráfico y el secuestro, que abarcan trece estados de Brasil y han incursionado en países vecinos, como Bolivia y Paraguay.

Lula hizo comentarios sobre el mundial de fútbol desde la cárcel y luego consiguió que su partido lo designara candidato.

Marcola tiene el control estricto de su organización. En julio pasado, el diario O Estado de Sao Paulo reveló que el PCC tiene su propio “código penal” que se aplica para sus afiliados. Los detalles son escabrosos, con menciones sobre las sanciones que se aplicará dentro de la organización, pero sobre todo con instrucciones sobre cómo tratar a los miembros de los cárteles rivales, principalmente el “Comando Vermelho” de Río de Janeiro y el B-13, de la región amazónica.

Lula está refinando su estilo de hacer política. Dijo hace pocos días que él no es un hombre, sino una idea, la idea que ahora han adoptado miles de brasileños para elegirlo en octubre.

Marcola es menos pretensioso, aunque ha leído muchos más libros que Lula. No dice palabra, porque está prohibido de dar entrevistas. Lo que no impidió que el periodista Arnaldo Jabor le hiciera una, ficticia, publicada en 2007 en O Globo, que sacudió a toda América latina, en que dice que la verdadera normalidad es la que imponen las mafias.

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