Elio Pacheco Colque
La instalación de “casas de empleo”, no solo en la ciudad de El Alto, sino en varias ciudades del país, ha hecho que muchos jóvenes y adolescentes sean captados, por su búsqueda de empleos que les permitan obtener mejores ingresos económicos.
Por la demanda de empleo, sobre todo de la población de jóvenes, muchos de ellos son atraídos de manera fácil, mediante comunicación telefónica ante un aviso de empleo, donde una persona confirma la oferta de trabajo, sin poder ser identificada.
La comunicación es inmediata y en el caso de pequeñas ciudades como El Alto, los captadores de “empleo” suelen citar a sus posibles trabajadoras en lugares de gran afluencia de gente, como donde está el reloj de la Ceja, la plaza Juana Azurduy de Padilla en Villa Dolores, la plaza San Francisco o cerca al reloj de la Pérez Velasco. En estos puntos de encuentro, muchos de los captores suelen verificar en qué “condiciones” se encuentra la persona que requiere un empleo en otro país, como Brasil, Chile y la Argentina.
Pero la persona que requiere ser contratada, pocas veces solicita una garantía del contratante, para tener certeza de que se trata de un empleo serio y no una oportunidad para consolidar la Trata y Tráfico de Personas, con fines de explotación laboral, sexual o hasta el tráfico de órganos.
De acuerdo con datos estadísticos, en el primer semestre de la presente gestión hubo 226 denuncias de Trata y Tráfico de Personas, de las cuales La Paz registra 92 denuncias, Beni 37, Cochabamba 27 y Santa Cruz 26 denuncias. Estos mismos datos dan cuenta que por mes, a nivel nacional, existen entre 30 a 40 denuncias de personas desaparecidas, en la mayoría de ellas, en un 65%, suelen ser adolescentes mujeres.
Es esencial que las personas que tratan de trabajar en países vecinos recaben no solo toda la información de los responsables del transporte de personas, sino sobre todo exigir las garantías correspondientes. Y en caso de ser víctima de alguna irregularidad en el exterior, se recomienda dar a conocer dicha situación a las oficinas del consulado o embajada de Bolivia en otros países.
Es necesario tomar en cuenta que las víctimas de este delito muchas veces suelen quedar indocumentadas y sometidas a riesgos como la explotación laboral, sexual o situaciones que generen riesgo para la vida de las personas migrantes. Pero en otros casos, las personas que viajan en busca de trabajo pueden terminar siendo tratadas como mercaderías de valor, sin que los tratantes dejen rastro alguno del recorrido de sus víctimas, más aún cuando no hay un adecuado control en los puntos fronterizos del territorio nacional.
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